En Marcha, órgano del Partido Comunista Marxista Leninista de Ecuador
Ese sometimiento al control extranjero no es nuevo, desde 1961, distintos gobiernos han firmado en total 20 acuerdos con el FMI.
Se supone que cuando el pueblo elige a sus gobernantes, estos tienen la obligación de rendir cuentas a sus electores. Al menos eso proclama la democracia burguesa, pero no es más que simple palabrería, pues, se prosternan ante los dueños del capital.
Lo dicho se observa en estos días, cuando el gobierno se ha sometido a una «última revisión de metas» del acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional, en septiembre de 2020 por el gobierno de Lenín Moreno y renegociado en 2021 por Guillermo Lasso, que permitió acceder a un crédito de 4.615 dólares. Si el FMI considera que se han cumplido con sus imposiciones, efectuarán un último desembolso de 700 millones de dólares en diciembre venidero.
El Gobierno hace todo lo posible para quedar bien con el FMI, aunque eso signifique afectar las condiciones de vida del pueblo. Las reformas tributarias aprobadas hace algunos meses, que afectan los bolsillos de sectores populares; la Ley de Inversiones que buscaba canalizar la privatización de las empresas estatales y elevar el precio de algunos servicios públicos; la fijación de la política elevación y fluctuación del precio de las gasolinas; el despido de cienos de trabajadores del sector público; el recorte del presupuesto para la educación; la asfixia económica al IESS; la políticas de apertura al capital para que se aproveche de las riquezas del país y pueda ser repatriado sin dificultades, la poca o ninguna inversión pública del Gobierno son algunos ejemplos de los esfuerzos realizado por Guillermo Lasso para ganarse unas palmaditas del FMI.
La gran burguesía ecuatoriana se ha desarrollado de la mano del capital internacional, sea como intermediaria del mismo o como socia en empresas y bancos locales. A eso se debe su condición proimperialista en todos los aspectos, defensora de los intereses del capital transnacional, su alineamiento con la política dictada desde Washington. Lasso es un claro exponente de esa burguesía sometida al capital internacional, particularmente estadounidense, por eso, desde que asumió la presidencia se plateó como objetivo prioritario mejorar y fortalecer las relaciones con Estados Unidos.
Ese sometimiento al control extranjero no es nuevo, desde 1961, distintos gobiernos han firmado en total 20 acuerdos con el FMI. La ejecución de todos ellos han llevado a la aplicación de programas económicos antipopulares, que han debido ser enfrentados por los trabajadores y los pueblos para evitar su aplicación o para expresar el rechazo a sus nefastos resultados.
Enfrentar la política fondomonetarista del Gobierno expresa la defensa de los intereses populares y, también, tiene una claro sentido patriótico y antiimperialista.