Por Mohamed Merabet, militante de Vía Democrática (Marruecos)

Las migraciones encuentran en las geopolíticas caminos para desbordarse. La relevancia de estas estrategias no siempre es fácil de determinar debido a sus particularidades y su alcance en el tiempo y espacio. De la relevancia de estas estrategias en el diseño de rutas migratorias no siempre es fácil de determinar sus particularidades y su alcance en el tiempo y espacio. Los contextos geopolíticos prefieren atender y acoger apuestas económicas y comerciales con máxima discreción en lo que respecta a la movilidad humana y las transformaciones económico-sociales que implican y envuelven. "Nuestras vidas y realidades ya no son más que arcilla moldeada por las leyes económicas".

La puesta en marcha de esos proyectos ambiciosos y la apertura a la globalización conforme a los intereses del capital son imposibles de realizar sin recurrir a la mano de obra inmigrante. La viabilidad de un espacio geopolítico y su competitividad necesita de los flujos migratorios, de ese drenaje de mano de obra invisibilizada y alienada.

La geopolítica como factor dinamizador de las migraciones para la consolidación de la cohesión económica en determinados espacios regionales es, al mismo, tiempo un factor de inestabilidad política y de deslocalización de mano de obra para otros territorios y países.

Las últimas guerras en Oriente Medio, las convulsiones sociales y el desorden institucional en América Latina junto a los conflictos armados del continente africano, forman una geografía poblacional basada en grandes desplazamientos, desarraigos y deportaciones. Detrás de la cooperación siempre hay hegemonía. Los poderes hegemónicos actúan patrocinando y vigilando la constitución de todos estos espacios, delimitando sus fronteras de influencia y reestructurando las desigualdades y las dependencias.