CAROLINA MARÍN Y JAVIER FERNÁNDEZ

El 15 de noviembre de 1949 se estrenaba en Leningrado La canción de los bosques el oratorio compuesto por Shostakóvich para celebrar y promover la reforestación de los bosques soviéticos tras la 2ª Guerra Mundial.
En octubre del año anterior se había aprobado el “Gran Plan Stalin para la Transformación de la Naturaleza”, con el objetivo de establecer millones de hectáreas de bosque en las desoladas estepas del sur de Rusia y restablecer aquellos que habían sido perdidos en la guerra, así como el de construir canales de irrigación y presas hidroeléctricas. Los soviéticos siempre tuvieron el cuidado de la naturaleza como una de sus preocupaciones principales, si bien durante los periodos más duros (Guerra Civil Rusa, 2ª Guerra Mundial, etc.) no pudo ser efectiva.
Los primeros años del poder soviético fueron especialmente duros, tanto para la población, como para el propio medio ambiente. Los bolcheviques nacionalizaron todos los bosques del país, una medida indudablemente necesaria. Sin embargo, las penurias impuestas por la guerra provocaron que el gobierno soviético no tuviese realmente la capacidad para administrarlos y organizar la producción de madera y demás bienes provenientes de los bosques.

Por ejemplo, según un informe del departamento de administración de los bosques de la provincia de Ufa en 1920, debido a la falta de personal, cada guardabosques tenía que cubrir un terreno de 30 hectáreas. El hecho de que el estado soviético fuese incapaz de asegurar el suministro a los campesinos provocó que estos tomaran los bosques sin control alguno para satisfacer sus necesidades, talando mucha más madera de la que crecía y causando estragos en el medio natural. Hacia el final del periodo de la guerra civil, del periodo del comunismo de guerra, tanto los bosques de la URSS, como la alianza obrero-campesina se encontraban en una mala situación.
Esta situación fue rápidamente remediada al finalizar la guerra civil y ser introducida la Nueva Política Económica. En general, la política soviética respecto al medio ambiente tomó un cariz conservacionista, en el que el cuidado y la regeneración de los bosques primaba sobre la producción de madera. Un cambio muy importante fue la creación de la categoría de “Bosques de Importancia Local”, cuya administración y cuidado quedaron en manos de las comunidades campesinas en lugar de las del Estado central.
En 1929 comienza el primer Plan Quinquenal, en el que se sientan las bases de la industrialización del país. En los países capitalistas, industrialización y deforestación han ido siempre de la mano. En la URSS, si bien las prácticas más agresivas con el medioambiente cogieron fuerza entre algunos cargos del Partido y del Estado, la dirección del PCUS (y Stalin en particular) dio más importancia a las consideraciones ecológicas que a las puramente industriales. Durante los dos primeros años del primer Plan Quinquenal, los bosques soviéticos sufrieron enormes daños debido a la sobreexplotación promovida por aquellos que no veían más allá de la producción industrial. Sin embargo, a partir de 1931 se dio un cambio de rumbo en favor de la conservación del medio ambiente, con la aprobación de una ley que clasificaba las zonas boscosas de la URSS en dos tipos: zonas industriales y zonas de cultivo forestal, sujetas a un régimen en el que la regeneración de los bosques primaba sobre la producción de madera. Desde la aprobación de esta ley hasta el inicio de la 2ª Guerra Mundial, la extensión de los bosques protegidos no hizo más que aumentar.
En épocas de guerra, no obstante, se aprobó una legislación temporal que permitía la explotación de los bosques por encima de su capacidad de regeneración. Ahora bien, sirva de ejemplo del enorme compromiso con el cuidado de la naturaleza de los dirigentes y los pueblos de la URSS que esta legislación temporal solamente estuvo en vigor hasta 1943. Ese año, mucho antes de terminar la contienda, el Consejo de Comisarios del Pueblo aprobó un decreto que supuso la clasificación de decenas de millones de hectáreas de bosques como bosques protegidos, en los que se prohibía completamente la tala para uso industrial; y decenas de millones de hectáreas más como bosques en los que la tala estaba permitida pero limitada.
Esta preocupación por la naturaleza, que dominó las políticas del partido de Lenin y Stalin en lo que respecta al medio ambiente, no venía (al menos, no principalmente) de una veneración espiritual o nacionalista de los bosques, como había ocurrido en algunos momentos del Imperio Ruso, sino de la comprensión y estudio de la ciencia moderna, de los procesos de deforestación y sus consecuencias sobre los ríos, los cultivos, etc. Consecuentemente, fue evolucionando, asentándose y avanzando a la par que la construcción del socialismo.
En 1947 se creó el Ministerio los Bosques. Su tarea principal era la gestión de los bosques del país, pero entre sus tareas figuraba también la de fomentar e impulsar una buena relación entre los ciudadanos soviéticos y los bosques, una relación que se podría calificar como “amistad”. A partir de 1948 se reintrodujo la celebración de festividades en honor de los bosques y se comenzaron a editar y publicar libros y panfletos que fomentaban la apreciación y el respeto hacia la naturaleza en general y los bosques en particular.
En 1949 se puso en marcha el “Gran Plan Stalin para la Transformación de la Naturaleza”, con las dificultades propias de un proyecto de semejante tamaño (en aquel momento éste era el mayor proyecto ecológico del mundo). El 5 de marzo de 1953, durante una conferencia del Partido sobre el tema, uno de los ponentes decía: “La experiencia de los últimos 4 años, camaradas, nos ha enseñado mucho, pero los días sombríos del pasado han quedado atrás”.
Esa misma noche, Stalin moría. Diez días después, el Ministerio de los Bosques fue liquidado. El Gran Plan para la Transformación de la Naturaleza fue desechado —bajo la iniciativa de Beria y Jrushchov— y los esfuerzos de reforestación, abandonados. Durante el año siguiente, en la ciudad de Moscú el número de trabajadores forestales se redujo un 90 %. A nivel regional, la reducción fue de un 50 %. En 1954 el Consejo de Ministros decretó que a partir de ahora serían los organismos locales, y no la administración central, la que gestionase la explotación de los bosques, priorizando la producción de madera frente a la conservación de la naturaleza. La inversión de capital en la gestión forestal paso de 217 millones de rublos en 1952 a 40 millones en 1955.
Si bien es cierto que algunas de las leyes conservacionistas aprobadas en los años 30 y 40 se mantuvieron en vigor, la llegada de los revisionistas al poder tras la muerte de Stalin supuso el fin del ecologismo como una preocupación principal del Partido y el Estado soviético.
Sin embargo, las semillas plantadas por Lenin, Stalin, y todos aquellos que lucharon por construir el socialismo y salvar la naturaleza no fueron en vano. Los bosques plantados durante los cuatro años que el Plan para la Transformación de la Naturaleza estuvo en vigor pueden verse desde el espacio, y esas semillas de progreso están aún en el interior de cada comunista, impulsándonos a construir ese nuevo mundo que las permita crecer verdaderamente libres.