Por Carlos Hermida

Afirma el refranero español: “dime con quién andas y te diré quién eres”. Y esto viene a propósito de un libro, publicado recientemente, que lleva por título 1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular, cuyos autores son dos profesores de la Universidad Rey Juan Carlos. Y es que impartir la docencia en la URJC lleva consigo el riesgo de que adquieras hábitos poco saludables.

La tesis de la citada obra es que a partir del 19 de febrero de 1936, momento en que Portela Valladares entrega el gobierno a Manuel Azaña, se producen una serie de irregularidades en el recuento de votos que, según los autores, pone en entredicho el triunfo de la candidatura frentepopulista. Bajo el manto de una pretendida objetividad académica, esta tesis intenta proporcionar munición a una derecha fascistizada que lleva años difundiendo mentiras en torno a la II República y la Guerra Civil.

Obviamente, los autores se alejan en el tono y las formas a lo que nos tienen acostumbrados Pío Moa, César Vidal y Jiménez Losantos, pero la intención es similar. Por ello, todos los medios de comunicación de la derecha ultramontana han jaleado el libro como la prueba definitiva de que el gobierno del frente Popular era ilegal e ilegítimo, y, en consecuencia, el golpe de julio de 1936 estaría de alguna forma justificado. Stanley Payne, que algunos siguen considerando un historiador serio, cuando hace ya años que se pasó al campo de los cuentacuentos neofranquistas, afirma en su delirio que este libro es el fin del último de los grandes mitos políticos del siglo XX.

Los autores disparan, sí, pero con balas de fogueo. Tras 600 páginas de texto no hay demostración efectiva, sino una serie de afirmaciones sacadas fundamentalmente de fuentes periodísticas. Que la izquierda ganó por un resultado ajustado siempre se ha sabido; que la discusión en las Cortes sobre el resultado electoral en ciertas provincias fue acalorada y polémica, nunca se ha negado. Pero de ahí a concluir que el resultado electoral fue fraudulento hay un largo trecho que los autores han pretendido cubrir con fuegos artificiales y trucos de magia. El historiador Santos Juliá, que no es precisamente un furibundo izquierdista, les reprochaba en Babelia, el suplemento cultural de El País del sábado 1 de marzo, la falta de rigor en la adjudicación de votos a las candidaturas derechistas. Afirmaba textualmente que mezclaban churras con merinas. Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García han escrito una obra que no aporta ninguna novedad sustancial a lo hasta ahora ya conocido. Y lo conocido y comprobado es que el Frente Popular ganó las elecciones de febrero de 1936. Como afirma el dicho popular: mucho ruido y pocas nueces.