Por Carlos Hermida
Hace 80 años, cerca de 40.000 hombres de diferentes países llegaron a España para defender el régimen republicano. Franceses, ingleses, alemanes, italianos, estadounidenses, cubanos, búlgaros, polacos… lo dejaron todo, la patria, la familia, los estudios o el trabajo y, tras grandes dificultades, vinieron a nuestro país para combatir al fascismo, para enfrentarse con las armas en la mano a los militares que se habían sublevado contra la legalidad republicana.
Muchos eran comunistas, pero también había socialistas, republicanos o simplemente personas de ideas progresistas, pero a todos les unía el espíritu antifascista y la rabia que provocó la insurrección militar del 17-18 de julio de 1936.
Eran obreros manuales, poetas, profesores, médicos, hombres de diferentes oficios y profesiones, unidos por un sentimiento de solidaridad con el pueblo español. Vinieron voluntariamente a luchar y morir en las tierras de España para defender la libertad del pueblo español. Combatieron en primera línea de fuego, en los lugares más expuestos y en las batallas más duras: la defensa de Madrid, el Jarama, Teruel, el Ebro…
Entrenados en Albacete, voluntarios de 53 naciones formaron las unidades militares conocidas como Brigadas Internacionales. Fueron siete brigadas: XI, XII, XIII, XIV, XV, 129ª y 150ª. Al cumplirse este año el octogésimo aniversario de su fundación, diversas entidades y asociaciones están celebrando homenajes y actos para reivindicar su memoria y evitar que su gesta caiga en el olvido. Desgraciadamente, son ya pocos los brigadistas que quedan con vida, pero ellos estarán siempre vivos en la memoria histórica del pueblo español. Fueron un ejemplo de internacionalismo proletario y de heroísmo que nunca más se ha repetido. Muchos de los brigadistas han dejado libros de memorias y recuerdos, otros han sido entrevistados para diferentes medos de comunicación, y siempre han mantenido que venir a España fue el hecho más importante de sus vidas y, que si volvieran a nacer, no dudarían en hacer lo mismo. No olvidemos en esta fecha a esos centenares de mujeres que llegaron a nuestro país para apoyar a la República, trabajando como traductoras, personal sanitario o periodistas. Injustamente olvidadas en muchos libros de historia, jugaron un destacado papel en el combate contra el fascismo.
La mal llamada Transición democrática ha dejado en este país muchas asignaturas pendientes. Una de ellas es la memoria histórica. Hay miles de fosas comunes sin exhumar donde yacen más de 100.000 republicanos asesinados por los rebeldes franquistas durante la Guerra Civil. Son muchas las plazas y calles que todavía llevan el nombre de asesinos fascistas y militares golpistas. Los crímenes del franquismo han quedado impunes y las víctimas no han tenido la reparación necesaria. No ha existido Verdad, Justicia y Reparación para los cientos de miles de represaliados por la dictadura de Franco ni para sus familiares. Lo que ha existido, y sigue existiendo, es el intento de sepultar en el olvido la represión franquista; peor aún, hay una manipulación histórica que coloca al mismo nivel a los republicanos y a los golpistas, defendiendo que en la guerra civil todos fueron culpables. Esa manipulación se hace extensiva a la intervención extranjera en la guerra, pretendiendo que ambos bandos recibieron ayuda del exterior. Como si fuera lo mismo la llegada de voluntarios extranjeros, muchos de ellos sin experiencia militar, para apoyar a la República española, que la las decenas de miles de militares italianos y alemanes que sirvieron a las órdenes de Franco.
Es una obligación combatir esta tergiversación histórica que manipula el pasado y contamina el presente. Nuestros jóvenes estudian en la mayoría de los casos unos libros de Historia que distorsionan todo lo relacionado con la II República, la Guerra Civil y la Dictadura de Franco. El revisionismo histórico se ha difundido entre amplias capas de la población, con afirmaciones tan infames como la que defiende que la guerra fue la consecuencia directa de la actuación del régimen republicano.
Los brigadistas forman parte de esa memoria histórica que debemos recuperar y difundir. Aunque hay una notable bibliografía sobre las Brigadas Internacionales, también es cierto que en amplios sectores de la sociedad española existe un notable desconocimiento sobre el tema. Más allá de los aniversarios, es necesaria una amplia labor pedagógica, de divulgación sistemática, para colmar las lagunas históricas que tienen muchos ciudadanos y contrarrestar los panfletos y mentiras difundidos por unos pretendidos historiadores como Pío Moa, César Vidal o Jiménez Losantos. Los brigadistas lucharon en defensa de la República española. El mejor homenaje que los republicanos podemos rendirles es trabajar por la III República y combatir contra esta monarquía infame heredera directa de la dictadura franquista.
En septiembre de 1938, el gobierno presidido por Juan Negrín decidió, por razones de política internacional, que los brigadistas salieran de España. Un mes después, el 28 de octubre, una multitud entusiasta de 250.000 personas los despidió en Barcelona. Allí, en ese acto memorable, Dolores Ibarruri, La Pasionaria, pronunció un magnífico y emotivo discurso que nos sigue emocionando. Estas fueron sus palabras finales:
«¡Camaradas de las Brigadas Internacionales! Razones políticas, razones de Estado, la salud de esa misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites os hacen volver a vuestras patrias a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marcharos orgullosos. Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia, frente al espíritu vil y acomodaticios de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales o hacia las acciones industriales que quieren salvar de todo riesgo.
No os olvidaremos, y, cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!...
Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!»
Pero los brigadistas nunca se fueron de España. Siguen aquí, en la memoria de los republicanos españoles. Su valentía, su entrega, y su heroísmo están vivos, porque ellos escribieron una de las páginas más memorables de la Historia de España.