Néstor Ares

Sobre la agudización de las contradicciones del Régimen del 78 y su importancia para la lucha de clases en España

La dialéctica materialista, de la que partimos las y los marxistas, está sustentada en gran parte por la ley de la unidad de los contrarios. La relación entre opuestos parte del criterio de que las cuestiones que ciñen a la Naturaleza llevan intrínsecamente contradicciones internas, las cuales son la fuente principal del desenvolvimiento de las cosas.

En este sentido, decía Vladimir Lenin que: “El desarrollo es “la lucha” de los contrarios. Las dos concepciones fundamentales del desarrollo son: el desarrollo en el sentido de disminución y aumento, como repetición, y el desarrollo en el sentido de la unidad de los contrarios.” (1925 - Revista Bolsheviks, 5-6)
Pongamos ahora un ejemplo para comprender este concepto: Se supone que una persona despistada es lo opuesto a una persona concentrada en sus labores. Pero ¿qué es el despiste sino la máxima concentración desempeñada sobre un pensamiento u objeto, que hace que no se preste atención a lo que pasa en su cercanía? Y al contrario, una persona concentrada muestra un total desprecio por lo que tiene alrededor; es decir, una persona sólo puede concentrarse mostrándose distraída hacia todo lo demás.


Ateniendo al asunto que estamos tratando en este artículo, no hay sistema de opresión burgués si no hay clase asalariada y viceversa. Es decir, el capitalismo imperante está sustentado por el proletariado, por quienes lo producimos todo.
En este modelo económico dicen desde la socialdemocracia y los revisionistas de nuevo tipo, con claras posturas metafísicas, que hay aspectos positivos y negativos, y que de lo que se trata es de mejorarlo, es decir, de avanzar en lo favorable y eliminar lo pernicioso. Esto es falso desde la óptica empírica, y nada más allá de la realidad, los opuestos en este caso se encuentran cohesionados y es inviable liquidar lo perjudicial del mismo. Para este objetivo hay que acabar con el propio libre mercantilismo, no hay otra solución factible que construir el Socialismo.
Justo aquí, en esta deducción, nos encontramos con que la lucha de contrarios y su solución son la fuente del avance de la humanidad, y que en éste mundo, donde las luchas inter imperialistas están agudizadas, existen en cada Estado multitud de contradicciones contiguas a la principal, la del Capital - Trabajo, la lucha de clases. Por ello afirmamos que las experiencias de las revoluciones socialistas no se pueden trasladar, no se pueden copiar. Tal y como diría Lenin en 1915: “La desigualdad del desarrollo económico y político es una ley absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es posible que el socialismo triunfe primeramente en unos cuantos países capitalistas, incluso en un solo país de forma aislada.” (1915, Sotsial-Demokrat, 44).
La España contemporánea es un cúmulo de contrariedades: a la fundamental, la antagónica, que es la explotación del hombre por el hombre, hay que sumar entre otros la hegemonía patriarcal, la prominente represión política, la subordinación de nuestra soberanía a elementos extranjeros (fundamentalmente los EEUU y la UE), la cuestión plurinacional y el papel fundamental de la Monarquía, impuesta por la dictadura fascista y núcleo elemental sobre el que se sustenta todo lo anterior mencionado.
Efectivamente, el régimen franquista estableció una Monarquía, inicialmente sin rey. En 1969 designa a Juan Carlos de Borbón “príncipe de España” y heredero de Franco con el título de rey. Todo “atado y bien atado”, en palabras del asesino. Ésta es la supuesta legalidad de los Borbones en España: regalada por el genocida de su propio pueblo. Pese al mensaje triunfalista de la Transición, ésta fue una etapa en la que los poderes del Estado se acostaron franquistas y se levantaron demócratas, para salvaguardar sus beneficios en lo económico y social, a cambio de conferir ciertas libertades formales, que se han ido reduciendo desde 1978.
Sobre este punto, y a pesar de lo que dicen los ultradogmáticos e izquierdistas, entre ellos los de la herencia revisionista prosoviética y los independentistas, los marxistas leninistas debemos de dar soluciones a cada una de los antagonismos internos de los pueblos de España, entendiendo así que la revolución socialista no se puede aplicar mecánicamente como hemos visto más arriba. Nos corresponde, en consecuencia, analizar las condiciones objetivas y subjetivas para la disputa por el poder obrero. Debemos de hacer una profunda lectura de la situación del proletariado, de la correlación de fuerzas vigente, de los avances y retrocesos, de la etapa en la que nos encontramos, en definitiva, del escenario contemporáneo de la lucha de clases.
En el caso español, a las dicotomías antes planteadas hay que agregarles la carencia de conciencia de la mayoría trabajadora estatal y la inexistencia de una vanguardia obrera capacitada hoy por hoy para derrocar al capitalismo. Podríamos hacer un artículo entero describiendo tal ausencia, y ya hemos tratado esta cuestión en varias ocasiones, pero en resumidas cuentas la individualización y precariedad del trabajo, los retrocesos sufridos en las reconversiones industriales y las reformas laborales o la profunda división del movimiento sindical, pueden ser algunas de las circunstancias que han llevado a las masas asalariadas a una alienación permanente.
En este punto la conclusión es clara, a pesar de lo que sostienen los doctrinarios y teoricistas, nuestra actual tarea como revolucionarios es ahondar en la radicalidad democrática, mentalizar a la gente del común de quien es el enemigo, unir a las organizaciones obreras bajo objetivos comunes. En resumen, trabajar por la revolución democrática como proceso ininterrumpido hacia la revolución socialista, porque cómo escribió Stalin: “(...) Los “héroes” de la II Internacional afirmaban (y siguen afirmando) que entre la revolución democrático-burguesa, de una parte, y la revolución proletaria, de otra, media un abismo o, por lo menos, una muralla China, que separa la una de la otra por un lapso de tiempo más o menos largo, durante el cual la burguesía, entronizada en el Poder, desarrolla el capitalismo, y el proletariado acumula fuerzas y se prepara para la “lucha decisiva” contra el capitalismo (...). No creo que sea necesario demostrar que, en el imperialismo, esta “teoría” de la muralla China carece de toda base científica y no es ni puede ser más que un medio para encubrir, para disimular con bellos colores los apetitos contrarrevolucionarios de la burguesía.” (1924, Fundamentos del Leninismo).
Así es que nuestra postura, la del Partido Comunista de España (marxista-leninista) es la de destronar a la Corona Borbónica para erigir la Tercera República Popular y Federativa. Este propósito, el de abordar la problemática del Reino de España y todo lo que ello comporta, no puede ir divorciado de la táctica de la Unidad Popular, la tan necesaria alianza organizada del campo popular contra la reacción, la oligarquía y el imperialismo. La Unidad Popular, con su expresión en la lucha social y si se dan las circunstancias para el espacio electoral, posibilitará los siguientes puntos positivos para la lucha de clases:
• Conectar nuestras distintas realidades y problemáticas con una alternativa de transformación real, consecuente y lógica teniendo en cuenta las condiciones materiales de España.
• Aunar las luchas obreras y democráticas, ahora dispersas, ofreciendo herramientas adecuadas para ello.
• Evidenciar las incoherencias del oportunismo reformista al servicio de las instituciones oligárquicas.
• Alentar el carácter combativo que históricamente ha tenido la clase obrera en nuestro país y el mundo.
• Recuperar el prestigio de los comunistas, y como en el 36 participando de un frente único, aumentar significativamente nuestra presencia en número y calidad.
• Progresar en la unidad de acción de los destacamentos revolucionarios, sobre el trabajo de masas y nunca al revés.
Ciertamente este es el quid de la cuestión que planteamos. No van a ser las posturas estéticas de reafirmación, ni los debates abstractos, ni las ilusiones puestas en ocupar instituciones blindadas lo que va a traer al Socialismo. Es el análisis concreto de la situación concreta, máxima esencia del marxismo, lo que nos conduce a formular que sólo con la dirección hegemónica de las y los leninistas en un frente democrático y republicano que ejerza de oposición a la Monarquía y sus Gobiernos se puede conquistar el Poder Obrero y el Socialismo.