Imprimir 

David García

“Para el imperialismo es sustancial la rivalidad de varias grandes potencias en su aspiración a la hegemonía, esto es, a apoderarse de territorios no tanto directamente para sí, como para el debilitamiento del adversario y el quebrantamiento de su hegemonía”. V.I. Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo.

La explosión en el año 2008 de una crisis de sobreproducción del capitalismo globalizado, seguida de grandes problemas en el sector financiero como consecuencia del decaimiento de la producción y el aumento de los prestamos impagados, empujaron a las oligarquías financieras hacia la especulación y a los bancos centrales a tomar medidas para estimular el crecimiento de la economía productiva, mediante estímulos monetarios que dieran de nuevo el empujón. Para lograrlo, bajaron los tipos de interés interbancarios (abaratando el precio del dinero ) , o comprando deuda pública de los gobiernos a intereses muy bajos cercanos a cero.

Todas estas medidas han sido y son el equivalente a una creación artificiosa de dinero ficticio si no van acompañadas de un crecimiento paralelo de la economía real. el capitalismo ha intentado estimular la inversión productiva y controlar el ciclo económico, pero es en ese intento donde se ha desbocado la situación y se ha disparado la inflación que puede llegar a niveles impredecibles.

Ya Marx decía que las crisis eran inevitables en el sistema de producción capitalista, y que las medidas que tomasensolo servían para alargar la agonía del ciclo, pero empeorarían la gravedad de la caída. Economistas más recientes como Harry Magdoff, han insistido en esta idea contrariando las ilusorias pretensiones de muchos keynesianos - monetaristas trasnochados. El estancamiento de la inversión productiva fue la precondición de la llamada crisis financiera de 2008. Después la crisis financiera se reflejó en la caída de la economía productiva.

Estábamos y estamos en una crisis económica global de consecuencias impredecibles. Las dificultades crediticias y la reducción del consumo de las amplias masas, influyen de manera notable sobre la situación, pero los elementos determinantes son la suspensión de la inversión, el cierre de miles de pequeñas y medianas empresas, las reestructuraciones masivas y consecuentemente la pérdida de miles de empleos que incrementande una manera drástica la bolsa de parados y la miseria de amplios sectores de la población, incapaces de poder consumir ni lo más necesario (Incluso en China, pese a su crecimiento se han perdido millones de empleos).

Ha aumentado la productividad media, pero eso es una consecuencia de la crisis, que elimina a los capitales menos productivos, mejorando la media.

El goteo de despidos y cierres de pequeñas, y no tan pequeñas empresas es continuo, se multiplican las regulaciones de empleo en empresas importantes. Nadie sabe hasta dónde llegará esto.

Como dice un articulista de Le Monde Diplomatique, “es un orden monetario obsoleto que intenta sobrevivir” y las medidas políticas tomadas han servido para muy poco: intentando salvar las situaciones a golpe de medidas monetarias cuando los problemas son sistémicos; son las relaciones de producción las que están obsoletas: deflación o burbujas especulativas, inflación o recepción...los apaños monetaristas de los neoliberales no reparan nada, solo desplazan el problema.

Tanto la Reserva Federal de Estados Unidos ( FED), como el Banco Central Europeo (BCE), antaño partidarios de la austeridad, durante la pandemia han hecho lo contrario, inundando de billetes el mercado crediticio; los precios se disparan, debido a que las todopoderosas entidades financieras han inundado el mercado financiero con billones de billetes sin ninguna correspondencia   con el sector productivo semi-estancado, lo que a su vez contribuye a desestabilizar la economía mundial.

La preocupación de las últimos meses, reflejada en la prensa económica, es el temor a una inflación altísima, incluso una estanflación, sin visos de poder controlarla, como dice un editor de Le Monde Diplomatique: "¿Habrá salido el mundo de la sartén de la deflación para caer en el fuego de la subida de precios?"

La subida de los precios, según muchos autores, es el resultado de un “excesivo estímulo presupuestario y de una política monetaria demasiado acomodaticia”. Y esta política se venía practicando por los gobiernos y bancos centrales mucho antes de la invasión rusa a Ucrania. De igual manera, la inflación galopante es muy anterior a la guerra de Ucrania, por mucho que los gobernantes, capitalistas quieran hacernos creer que la carestía de la vida se deba a invasión de Rusia; aunque si es verdad que la guerra está agravando la situación y encareciendo aún más todos los productos de la cesta de la compra y de los medios de vida de las masas trabajadoras.

El capital ficticio no tiene las propiedades “mágicas” que muchos le asignan. Su incremento no puede sostener por sí mismo la acumulación del capital, ni sustituir la producción de plusvalía. Por eso mismo, las gigantescas masas de “papeluchos “creados desde 2008 para “estimular” la economía no han salvado al modo de producción capitalista de la crisis.

En este entorno hostil de semiestancamiento casi permanente, las potencias imperialistas comenzaron una incruenta guerra por los mercados y los recursos tanto energéticos como naturales: minerales, agrícolas etc. Una manifestación de ello lo tuvimos con el gobierno de Donald Trump imponiendo trabas arancelarias a los productos chinos y europeos y amenazando militarmente a los países como han hecho todos los gobiernos americanos, tanto demócratas como republicanos, que han usado la fuerza e invadido decenas de países imponiendo su hegemonía criminal. Por su parte, las otras potencias imperialistas como China y Rusia han planificado su política expansionista en Asia, África y América cubriendo sus intenciones de lobos, con pieles de oveja.

En un entorno como este, en el que han fallado todos los intentos por salvar al sistema capitalista de la crisis, la única salida que les ha quedado a todos los monopolistas es una nueva redistribución y reparto de las riquezas, empezando por arrebatar, cada uno a los otros sus recursos, en primer lugar los recursos energéticos.

Decía el gran estratega prusiano Carl von Clausewitz: la guerra es la continuación de la política por otros medios. Cuando los métodos anteriores se han agotado, la guerra es la siguiente fase. Cada vez es más evidente   que a las potencias imperialistas se les están agotando los recursos diplomáticos y comerciales, y cada vez es más evidente el peligro de enfrentamientos globales.

El crecimiento del coste de la vida se ha acelerado de forma vertiginosa, por la invasión Rusa en Ucrania, y amenaza con subidas de la inflación y de los precios, mucho más drásticas hasta sobrepasar el10% según muchos analistas. La petición de Pedro Sánchez a los empresarios para que moderen sus márgenes de beneficios es una maniobra de distracción de cara a la galería, un engaño a la población. Lo que está detrás de su propuesta de “pacto de rentas” es golpear aún más los salarios de los trabajadores.

Lo cierto es que mientras la cesta de la compra se encarece, hay empresarios que especulan con la leche y otros productos necesarios incluso para los niños, desabasteciendo los mercados.

¿Qué salida nos queda a las clases populares? Ante situaciones como esta los pueblos deben organizarse con objetivos claros, luchar organizadamente contra la carestía de la vida, extender la lucha a todos los sectores obreros, estudiantes, amas de casa y mujeres obreras en general. La situación se agrava, la pobreza se extiende, es necesario preparar las luchas, desde ya sin dilación.