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P. Recife

Entrega XII de la serie Tecnología y capitalismo: Google, paradigma del control tecnológico de la sociedad (I): Nacimiento de un gigante: recopilación de datos

En el anterior capitulo vimos cómo la Inteligencia Artificial está presente en la sociedad utilizando para ello desde aplicaciones de móvil a otras formas más sofisticadas en combinación con otras tecnologías. Las grandes corporaciones tecnológicas y los gobiernos están detrás de su desarrollo y utilización. La pregunta es ¿controlan Google, Apple, Microsoft, Facebook, Amazon, gobiernos y la inteligencia artificial nuestras vidas?

Esos datos que vamos dejando…

A alguien medianamente enterado del uso de móviles, redes sociales o compras por internet, tiene asumido que multinacionales como Google, Microsoft, Facebook, Amazon o Apple controlan y espían toda nuestra actividad digital. Es sencillo: saben que búsquedas hacemos, qué sitios web consultamos, dónde estamos ubicados, que artículos o géneros nos interesan, cuantos pasos hemos dado, nuestras preferencias musicales, que canales de televisión vemos… y así, una larga lista.

Cierto es que esos datos los recopilan de forma anónima, es decir, que no están vinculados a un nombre, dirección o número de teléfono. Es el negocio del Big Data. Las multinacionales te ofrecen servicios gratuitos pero en realidad te los cobran recopilando esos datos que tú introduces y ellos luego ordenan, analizan y venden a terceros. ¿Es ilegal? Se supone que esto lo vigila la agencia de protección de datos de cada país ya que los gobiernos tratan de llevarse parte de la tajada que supone este mercado.

 

La legislación española, por ejemplo, no permite la venta de datos personales entre empresas, por lo que muchas se hacen con ellos de dos formas. La primera es mediante una joint venture en la que una empresa paga a otra para que envíe publicidad de ella a sus usuarios registrados. Para la segunda sirve el ejemplo de Movistar: una compañía se hace con otra para quedarse con sus usuarios sin ánimo de seguir con el desarrollo de la actividad.

En cualquier caso, las multinacionales, que con este negocio del big data mueven miles de millones de euros al año, se escudan en dos cosas: aprovechan la propia forma de interactuar de lo usuarios que, cuando se registran en algún sitio ponen en peligro su privacidad al aceptar todo sin leer y, en el de los datos que el propio usuario publica de manera voluntaria en internet. Las empresas que se dedican a la recolección y procesado de información personal de forma legal procuran guardarse bien las espaldas y actuar dentro del marco legal y normativo vigente de cada país e internacionalmente, pero si la persona no lee lo que está aceptando corre el riesgo de que sus datos pasen a manos de empresas que no quiere. Y, desgraciadamente, esta es una mala práctica muy común, de la que estas multinacionales sacan pingües beneficios. El pensamiento que justifica el usuario es “para que va a fijarse una multinacional en mí si no soy importante y no tengo nada que esconder”. Consecuencias de actuar así pueden ser desde las meramente molestas (que te pongan anuncios en las web que visitas con el producto que estuviste queriendo comprar la semana pasada) hasta las que te pueden afectar a tu vida personal (que te rechacen en un trabajo por una foto que subiste a la red cuando estabas de juerga hace meses). Como vemos sucintamente, el dato es el nuevo petróleo y, además, un botín suculento que es mucho más fácil de conseguir para quien no sigue las normas: obtiene la información personal de los usuarios de forma fraudulenta y la vende en el mercado negro (es uno de los cinco negocios globales –narcotráfico, tráfico de personas, armas…- que mas millones de dólares mueve y beneficios deja).

Solo dos apuntes: uno, las redes sociales parecían haberse vuelto más estrictas con la información que comparten a raíz de la multa de 4.500 millones de euros que la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos impuso a Facebook en 2018 por violar la privacidad de 50 millones de sus usuarios en el caso Cambridge Analytica. La sanción incluyó, además, la obligación de reportar a las autoridades estadounidenses las medidas que están aplicando en materia de protección de datos para prevenir futuros abusos. Facebook fue sancionada por no proteger debidamente la privacidad de sus usuarios y la multa sentó un importante precedente en la protección de datos en internet. Pero la lección más importante que se sacó del caso Cambridge Analytica es el peligro que conlleva el cruce de datos con una finalidad diferente a la informada al usuario para crear perfiles psicológicos y predecir su comportamiento. Y dos, tras el anuncio sobre los cambios en sus términos de uso, WhatsApp perdió millones de usuarios que, preocupados por su privacidad, optaron por utilizar aplicaciones como Telegram o Signal. Muchos creyeron que estas plataformas ofrecían una mayor protección a sus datos personales, pero esa ilusión pronto se desvaneció. Telegram, que se presentaba como una de las plataformas más seguras, quedó en el ojo del huracán después de conocerse que habría filtrado los números telefónicos de más de 500 millones de usuarios.

Si Google nos ofrece casi todo gratis ¿de dónde saca ganancias?

Si algo en internet es gratis es porque el producto eres tú. Buscadores, redes sociales, mensajería, apps gratuitas… Google es una multinacional tecnológica que ofrece casi todos sus servicios gratis, porque el beneficio lo saca vendiendo los datos que recopila con esas ofertas gratuitas, a anunciantes y empresas. (Y, obviamente, de las plusvalías que le reporta la explotación de mas de 65 mil trabajadores en todo el mundo). En realidad, Google no vende los datos a nadie y ninguna empresa externa tiene acceso a los mismos. ¿Cómo lo hace? Utiliza los datos que recopila usándolos para anuncios personalizados y campañas publicitarias de las empresas que contratan sus servicios, pero solo Google tiene acceso a los mismos.

Esas empresas a su vez no están interesadas en tu nombre, no necesitan saber quién eres, lo que les interesa es que su campaña llegue al máximo número de los usuarios registrados según sus hábitos, consumo, gustos y tenerlos ubicados (desde la IP de un ordenador, GPS del móvil o cuenta de Google). Con esto es suficiente para esas empresas y Google se lo ofrece. Lo disfrazan de “recopilación de datos anónimos” que no es otra cosa que informar al usuario antes de que sus datos sean recabados sobre la identidad de la empresa que va a recopilar esos datos y para qué los va a utilizar, algo que como hemos dicho mas arriba, casi nadie lee y acepta sin pensar en las consecuencias.

En un principio esos datos eran básicamente texto que se usaba para personalizar anuncios y campañas. Después se empezaron a recopilar imágenes y fotos, la voz, las huellas o el reconocimiento facial. Y, ahora en que la inteligencia artificial entra en juego, entramos en un territorio desconocido e inquietante.
La actividad de los usuarios en Google

Google creó hace un tiempo una web especial llamada Mi Actividad para silenciar las críticas a su supuesta intromisión en la privacidad de sus usuarios. En esa web se recopila todo lo que Google sabe del usuario que la consulta a través de su cuenta en Google. En ella el usuario podrá ver sus búsquedas en Google o Youtube, los vídeos que ha visto, las ubicaciones en Google Maps, sus calendarios, lista de contactos, las app que ha usado, órdenes de voz con el asistente de Google, las contraseñas guardadas activas o no,… Es un modo muy directo para darse una idea de la magnitud de cosas que Google sabe sobre ti y, a pesar de que nos ofrece la posibilidad de borrar o marcar lo que queremos que Google guarde, esto es solo parte de toda la información que la multinacional sabe sobre ti pues guarda, almacena, procesa y recopila de forma anónima otra información sin asociarla a la cuenta.

Siguiente capítulo: Google, paradigma del control tecnológico de la sociedad (III): nacimiento de un gigante: buscador, anuncios, web, multimedia

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