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Sofía Ruiz
Este 8 de marzo se presenta inmerso en el debate legal, aun sabiendo que el pueblo no cree en la ley y desconfía de los sistemas judiciales porque los derechos más elementales no se cumplen en el Estado monárquico. La Constitución proclama el derecho a un trabajo digno mientras los y las trabajadores/as viven unas condiciones de trabajo lindantes con la esclavitud. O el derecho a una vivienda, cuando los recursos de una gran parte de la mayoría social, no le permiten acceder a este derecho. O la igualdad de la mujer que la vida desmiente cotidianamente.
Como hemos podido comprobar en las democracias occidentales, el establecimiento de leyes igualitarias no ha traído como consecuencia un cambio real en las relaciones entre hombres y mujeres. Las leyes de igualdad entre los sexos-géneros (incluidas las leyes de discriminación positiva) que se han proclamado en los estados del bienestar, no han supuesto el fin de la violencia de género, ni han erradicado las desigualdades salariales, ni han impedido que sean las mujeres las que tienen que hacer frente a los cuidados.
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C. Hermida
Este año se cumple el 70º aniversario de la muerte de Stalin (5 de marzo de 1953,) sin duda uno de los dirigentes comunistas más importantes del siglo XX. Su papel como estadista marcó profundamente la política de la pasada centuria. Durante su gobierno la Unión Soviética se convirtió en una gran potencia mundial y su dirección militar resultó decisiva para derrotar a la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. También en este año 2023 se ha cumplido el 80 aniversario de la victoria del Ejército Rojo en Stalingrado, una batalla que cambió el rumbo de la contienda mundial y marcó el principio del fin del Tercer Reich. Coincidiendo con estas efemérides, queremos poner de manifiesto el papel decisivo de Stalin en la victoria final sobre el nazismo. Aunque la Gran Guerra Patria fue una obra colectiva, la figura de Stalin fue esencial, debido a la posición que desempeñó en el Partido y el Estado En este sentido, hay tres claves que consideramos trascendentales para entender el triunfo soviético sobre Hitler y que se deben a la clara percepción que tuvo el dirigente soviético sobre el carácter de la guerra.
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C. Hermida
En sus reiterados intentos de captar votos, Vox lleva años practicando una política en la que se mezclan las consignas populistas, las mentiras más desvergonzadas, la desaforada demagogia y los insultos obscenos a los adversarios políticos de la izquierda. Todo vale para tratar de atraerse al electorado, pero ahora se han superado y nos han sorprendido al conseguir que Ramón Tamames, de 89 años de edad, se presente como candidato a la presidencia de gobierno en la próxima noción de censura que presentará el partido de Abascal contra Pedro Sánchez.
No sabemos cómo han conseguido revivir a la momia, qué artes esotéricas han utilizado los aprendices de brujo de Vox para sacar a Tamamesis I de su viaje por el mundo de ultratumba y devolverlo a la actividad pública, pero el caso es que tras una larguísima peripecia política, en la que desde su inicial militancia en el PCE ha pasado por diferentes partidos en un ejercicio fantástico de transfuguismo, metempsicosis y transmigración, Tamames ha terminado aterrizando en el fascismo.
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A. Bagauda
Dónde están los grandes sindicatos de clase, sobre todo CCOO y UGT, cuando tanto se los necesita. No hablamos de sus bases, delegados y comités de empresa, que lidian diariamente con la arbitrariedad y dominio de la empresa en una lucha de clases sin cesar; hablamos de sus direcciones, que son las que marcan su línea política, las campañas o acciones generales a llevar a cabo.
Dónde están cuando hay un empobrecimiento masivo de la población: el riesgo de pobreza alcanza al 27,8 %, más del 13 % de los trabajadores son pobres, la inflación subyacente (la que más afecta al bolsillo de las familias e indica la persistencia de los precios) no deja de crecer (situándose en el 7,7 %, la más alta desde 1986, inicio de este registro) y los alimentos se han encarecido un 15,4 %, lo que empuja a millones de españoles, entre otras cosas, a la malnutrición. Dónde, cuando hay decenas de miles de familias desahuciadas (21.888 desahucios en el primer semestre de 2022, antes de que el Euribor iniciase su escalada) y el 14,3 % pasan frío en sus hogares por la pobreza energética.
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A. Bagauda
En el artículo anterior de esta serie nos situábamos en el segundo de los escenarios, el de intervenir políticamente en el proceso sin presentarnos en los comicios. Nos centraremos ahora en el primero, el de la participación en las elecciones.
En nuestro documento “Informe sobre cuestiones tácticas” (octubre de 2018) señalábamos que “La arena política institucional es, no lo olvidemos, un plano más donde también se desarrolla la lucha de clases. Ahora bien, no debemos dejarnos deslumbrar (como le ocurre a Podemos o a IU) por el parlamento y las instituciones, pues la acción parlamentaria/institucional por sí sola, si no tiene el respaldo y empuje de un movimiento obrero y popular organizado, si no tiene una importante fuerza social detrás (o mejor dicho, delante), no podrá avanzar más allá de determinados límites, los límites que permita el orden de cosas existente”. Y más adelante: “La representación institucional puede ayudar a la acumulación de fuerzas, a la construcción de la unidad popular”. “Se impone, como conclusión, la participación de los comunistas, cuando se den las condiciones oportunas, en el sufragio universal” (la negrita es nuestra). (…).
Ahora bien, nuestra experiencia en la participación en las elecciones nos alecciona sobre una serie de cuestiones cardinales. En ese informe apuntábamos:
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A. Bagauda
Estamos, ya, metidos de lleno en un ciclo electoral que terminará a finales de año, en noviembre, con las elecciones generales. En mayo seremos convocados a los comicios municipales y autonómicos. Todos los grandes partidos enfilan su artillería y táctica hacia las elecciones.
Nosotros, un pequeño partido, ¿debemos por ello ser ajenos al proceso electoral abierto? La respuesta es no.
No queremos decir aquí que en toda condición y lugar nos debamos presentar a las elecciones, nada más lejos de nuestra intención. Sí, que en todo lugar debemos intervenir en el proceso electoral, bien conformando o participando en candidaturas, cuando se den las condiciones adecuadas (hablaremos de ellas en un próximo artículo), bien promoviendo y realizando actividades, relacionadas con los comicios, encaminadas a agrupar fuerzas. En todo caso, en ambos escenarios, lo haremos para avanzar hacia nuestros objetivos tácticos.
A nadie se le escapa que vivimos unos momentos muy duros para las clases populares, caracterizados por la crisis económica y política, la inflación, el peligro de guerra, por una izquierda y un campo popular muy débiles en todos los planos (ideológico, político y organizativo), por la ausencia de una alternativa política de ruptura, republicana, y un fascismo en auge y crecido. Y no nos referimos solo a Vox, sino también a la fascistización del conjunto del estado y bloque monárquico.
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C.Hermida
El avance del fascismo, la creciente influencia de los partidos ultraderechistas y la amplia difusión de mensajes abiertamente antidemocráticos son realidades que constatamos a diario. Ciertamente, no es el fascismo de los años veinte y treinta del pasado siglo, porque los fenómenos históricos no se repiten, pero sí tienen en común el cuestionar libertades civiles y derechos humanos que todavía la mayor parte de la sociedad considera incuestionables.
Historiadores, sociólogos economistas, politólogos, etc., intentan responder a la misma pregunta: ¿cómo es posible que el fascismo, derrotado militarmente en 1945, vuelva a resurgir con fuerza en los últimos años? No hay respuestas fáciles ni sencillas para despejar este interrogante, pero consideramos que se puede arrojar algo de luz si trazamos una perspectiva histórica desde 1945 hasta nuestros días.
Los “treinta gloriosos”
Entre 1945 y los inicios de la crisis de 1973 se extiende un período denominado por muchos historiadores, entre ellos Eric Hobsbawm, la edad de oro del capitalismo o los treinta años gloriosos, caracterizados por un rápido crecimiento de la economía, jalonado por breves crisis coyunturales. Elevadas tasas de crecimiento del PIB, cifras de desempleo reducidas, fuertes inversiones estatales y crecimiento de los salarios reales unidos a una alta productividad fueron elementos comunes en los países capitalistas desarrollados.
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C. Hermida
El triunfo del Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero de 1936 fue un acontecimiento trascendental en la vida política de la II República española. Era la primera vez en la historia contemporánea de España que un amplio abanico de fuerzas políticas de izquierda, desde el republicanismo pequeñoburgués hasta el comunismo, se unían en una coalición electoral sobre la base de un programa común.
Los orígenes del Frente Popular se sitúan en el bienio negro (1934-1935), cuando los gobiernos integrados por el Partido Radical y la CEDA desmantelaron las reformas realizadas por el gobierno de Azaña entre 1931 y 1933 y llevaron a cabo una salvaje represión contra los trabajadores que protagonizaron la revolución de Octubre de 1934. Las organizaciones de izquierda iniciaron una reflexión profunda sobre la forma de hacer frente a un derecha fascistizada cuyo objetivo era la destrucción del régimen republicano. Los protagonistas de esa reflexión fueron Manuel Azaña, el socialista Indalecio Prieto y el Partido Comunista de España.
Azaña inició durante la segunda mitad del año 1935 una serie de mítines multitudinarios que culminaron en la concentración de Comillas (Madrid), a la que asistieron medio millón de personas.
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J. Romero
Los sectores juveniles sufren con particular intensidad las consecuencias negativas de todo orden que la crisis capitalista está provocando. Hay, es cierto, factores objetivos que dificultan la organización de la juventud: entre ellos, la dispersión de la producción en pequeñas y micro empresas que impiden o dificultan en grado extremo la sindicación; la generalización de las nuevas tecnologías (un factor agravado tras la pandemia, con la imposición del teletrabajo en algunos sectores) que hacen más difícil el contacto entre los trabajadores y favorecen su control por la empresa; la extensión de una “relación difusa” entre las personas que fomentan los nuevos medios de comunicación, las redes sociales como twiter o facebook, o buscadores que simplifican la información y permiten la manipulación y propagación de noticias falsas, etc; instrumentos, todos ellos, que abren el campo a la trivialización del debate político y, hábilmente utilizados por el poder, influyen, por supuesto, pero no explican por si solos el declive de la respuesta política organizada de los trabajadores jóvenes. También actúan otros factores subjetivos que agravan el problema: en primer lugar la traición de la generación anterior que recogió el testigo de la lucha y aceptó un pacto que desarticuló el movimiento popular y extendió la desmoralización, el desánimo y la confusión.
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J.P.Galindo
A punto de cumplir un año de la invasión rusa de Ucrania, el conflicto que comenzó en 2014 como una guerra civil (atravesada, eso sí, por las redes del imperialismo, tanto yanqui como ruso), está lejos de enfriarse. Lo que Rusia se planteaba como un paseo militar en el que los ucranianos los recibirían como a libertadores frente al ultranacionalista y filofascista gobierno de Kiev, se ha convertido en un cenagal que devora recursos a un ritmo insoportable y del que no se ve un final a medio plazo.
No es que la burguesía necesite la paz para mantener sus beneficios económicos −al contrario, la guerra es uno de los medios más rentables para la especulación a gran escala, como demuestra la evolución de las grandes fortunas a nivel mundial desde 2019− pero la economía “real”, cotidiana, de las clases populares, que depende de la producción y el consumo de recursos básicos, sí que está sufriendo consecuencias críticas debido a la prolongación de esta guerra “de baja intensidad” en un punto clave del comercio global. Y si el comercio de bienes de consumo se resiente, es imposible mantener el ritmo de funcionamiento de la rueda del capitalismo y la crisis, más pronto que tarde, es inevitable. Por eso es necesario desatascar la guerra en Ucrania. Aunque para ello haya que convertirla en una inimaginable Tercera Guerra Mundial que, en todo caso, permitiría “refundar el capitalismo” (como anunció el presidente francés Sarkozy hace años) sobre las ruinas del planeta.
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D. Ursaiz
Hace poco más de dos años, la pandemia del COVID 19 puso al desnudo las deficiencias de nuestra sanidad, en servicios sociosanitarios, industria farmacéutica y de aparatos y material sanitario. En algún momento, durante la fase aguda de la pandemia, cuando tan evidente se veía la atención primaria como pilar fundamental de la estructura sanitaria, cuando se comprobó que la salud pública es un elemento básico de prevención e indispensable para abordar de forma urgente y coordinada la intervención en epidemias como el COVID, cuando se vio la necesidad de tener una industria farmacéutica y de aparataje sanitario estatal, que diera respuesta rápida a la emergencia sanitaria y social que ocasionaba la pandemia, cuando aplaudíamos al personal sanitario por su dedicación y sentíamos que eran indispensables, que sacrificaban y arriesgaban su vida y sus energías para ayudar en esa caótica situación, cuando vimos y sufrimos las muertes de nuestros mayores en las residencias, solos, aislados, sin atención médica y hospitalaria (recordemos las órdenes de Ayuso en Madrid), con unos trabajadores de residencias, agotados, maltratado.
La evidencia de los fallos de nuestra planificación sanitaria en todos los niveles de asistencia, la necesidad de la prevención como elemento determinante. Nos hizo pensar, esperar, que de esta lección se iba a aprender.
La realidad, apenas dos años después y cuando todavía no se ha acabado con el COVID, nos exige que veamos y analicemos la situación, las causas, los responsables y las consecuencias de la política sanitaria.
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Carlos Hermida
El 20 de noviembre de 1975 murió Franco, pero el aparato represivo del estado franquista siguió cometiendo crímenes impunemente. El 24 de enero de 1977, por la mañana, hubo en Madrid una manifestación en protesta por el asesinato, el día anterior, del estudiante Arturo Ruiz a manos de un grupo de extrema derecha. Como siempre, la policía reprimió brutalmente la protesta y la joven Mariluz Nájera resultó muerta por el impacto en la cabeza de un bote de humo. Por la noche, un grupo de pistoleros fascistas irrumpió en un despacho laboralista de la calle Atocha en el que trabajaban abogados de Comisiones Obreras y del PCE, asesinando a cinco personas y dejando heridas a otras cuatro. Acontecimientos trágicos que figuran en todos los libros de Historia que abordan la etapa de la Transición y que muchos españoles recuerdan por su edad o conocen por reportajes de televisión.
Sin embrago, casi nadie se acuerda de Eduardo Serra Lloret, militante del Partido Comunista de España (marxista-leninista), que murió ese mismo día a consecuencia de las secuelas que en su cuerpo dejaron las bárbaras sesiones de tortura sufridas en Valencia durante su detención.
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J.P. Galindo
La propuesta del Gobierno de coalición para reformar del delito de sedición recogido en el Código Penal desde 1822 y actualizado por última vez en 1995, ha hecho saltar todas las alarmas debido a que introduce una definición de “desórdenes públicos agravados” que amplía el foco represivo hasta límites preocupantes.
El delito de sedición hasta ahora vigente se dirigía contra: “los que, sin estar comprendidos en el delito de rebelión, se alcen pública y tumultuariamente para impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las leyes o a cualquier autoridad, corporación oficial o funcionario público, el legítimo ejercicio de sus funciones o el cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales.” Es decir, estaba enfocado clara y directamente hacia la protección de la actividad institucional del Estado. Por ello es que se acusó y condenó en su momento a los políticos catalanes que, según la interpretación judicial, movilizaron a la población con intención de impedir la aplicación de la legislación española, y más concretamente la Constitución de 1978.
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J. Romero
El próximo año es un año electoral. El desengaño de la mayoría social que en 2014 estaba movilizada, defendiendo en la calle sus derechos y haciendo frente a la brutal represión del Gobierno de entones encabezado por el ultrareaccionario Rajoy, es hoy un hecho; el giro a la derecha de la política institucional, también. Los dirigentes de UP, son plenamente conscientes de ello, pero, en lugar de cambiar su política reformista, han optado por buscar nuevas siglas y nuevos líderes para cubrir su desnudez política.
La crisis de Podemos, acelerada tras su rotunda derrota en Madrid en 2021, abrió una lucha interna sin concesiones. Desde entonces, el resto de corrientes que confluyeron con esa fuerza ciudadanista, de modo especial el PCE-IU, se han propuesto configurar una alternativa distinta, con los mismos mimbres. Y, entre los líderes de esta nueva alternativa, una figura ha ido sobresaliendo sobre las demás como demiurga del nuevo proyecto, Yolanda Díaz.
Sobre los personalismos
“Esos mismos hombres que se dan el título de revolucionarios, autónomos, anárquicos, etc, se han lanzado en esta ocasión a hacer política; pero la peor de las políticas, la política burguesa; no han trabajado para dar el poder político a la clase proletaria, idea que ellos miran con horror, sino para ayudar a que conquistase el gobierno una fracción de la burguesía...” “Los bakuninistas en acción, la memoria sobre el levantamiento en España en el verano de 1873” F. Engels.
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Comité de Euskadi del PCE(m-l)
Este 19 de diciembre, el Movimiento de Pensionistas de Euskal Herria en su concentración habitual de los lunes, ha llevado a cabo manifestaciones de protesta ante las sedes del departamento de salud y ambulatorios de atención primaria de las tres capitales vascas y en más de 60 pueblos de la Comunidad Autónoma Vasca.
La manifestación de Bilbao, una vez más, ha contado con la presencia de miles de manifestantes, entre los que se encontraban camaradas del partido que han repartido un comunicado sobre la deplorable situación en que se encuentra el sistema público sanitario vasco.
Al finalizar la manifestación y ante la consejería vasca de salud, el Movimiento de Pensionistas, ha dado lectura a un comunicado denunciado los recortes y problemas que se están produciendo en los hospitales y centros de atención primaria y exige a Osakidetza que los servicios sanitarios sean de carácter público, universales y de calidad poniendo fin a su deterioro y a la política de privatizaciones.
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Partido Comunista de España (marxista-leninista)
Una gigantesca marea humana, cientos de miles de personas tomaron el domingo 13 de noviembre las calles de Madrid al grito de sanidad pública.
Entre la música, cánticos y consignas de lucha, el bloque humano que recordaba a las gigantescas manifestaciones contra la guerra ha sido la prueba de que las clases trabajadoras de Madrid ya no soportan más a los politicastros que venden sus derechos al mejor postor; a los políticos venales que convierten su salud, la educación de sus hijos, la atención de sus mayores, y todos los derechos que conquistaron contra el fascismo, contra los González, Aguirre, Ayuso; los miserables canallas que han hecho de los servicios públicos la base de sus negocios y el gozne de sus puertas giratorias.
Ayuso recibe hoy una lección que no puede ignorar, por mucho que tanto ella como sus compinches de la “organización criminal” PP traten de desacreditar la histórica movilización con argumentos tan ridículos como provocadores, diciendo que “el 99% de los madrileños no la han apoyado”.
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J.P.Galindo
De entre todas las conquistas de la clase obrera durante el siglo XX, la del servicio público sanitario y universal fue, probablemente la mayor, dentro de los estrechos márgenes del régimen capitalista, al obligar a la oligarquía a destinar cientos de millones al año a investigar, proteger y curar las enfermedades de las clases populares en lugar de mantenerlas en un estado de precaria supervivencia a merced de la caridad.
Evidentemente, la burguesía actuó también por interés propio: Sin una abundante población sana que produzca y consuma mercancías, no hay posibilidad de convertir las inversiones en ganancias ni, llegado el caso, de ampliar el mercado exterior mediante la guerra. Además, la influencia que las revoluciones comunistas podían ejercer sobre un proletariado explotado económicamente y socialmente abandonado a su suerte, representaba una seria amenaza para la dictadura capitalista. Desde esa perspectiva, la sanidad pública pasó a ser un “gasto” rentable en comparación con las fabulosas ganancias que una abundante población de productores-consumidores sanos y medianamente satisfechos arroja puntualmente.
Pero en el siglo XXI las cosas han cambiado; además de haber desaparecido el ejemplo revolucionario (que de todas formas había perdido buena parte de su influencia tras su corrupción revisionista), la incorporación de la mujer al mercado laboral de forma masiva, y el aumento exponencial de la productividad del trabajo han permitido a la burguesía replantear sus posiciones respecto a los servicios públicos en general, y a la sanidad pública en particular.
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Feliks S.
La situación económica y social de nuestro país anticipa desde hace tiempo un posible estallido social. La escalada inflacionista que no cesa (octubre cerrará con un IPC por encima del 7%) no ha venido acompañada por incrementos en salarios que lo mitiguen: sólo el 17% de los convenios firmados en enero de este año tenían cláusula de revisión salarial, es decir que se revise el salario al alza cuando el IPC supere la subida pactada, y la media de subidas para 2022 es de solo un 2%.
Además, llueve sobre mojado: la clase trabajadora no sólo ve sus salarios empeorar en términos relativos desde hace décadas, sino que también sus “ingresos en especie”, es decir, los servicios sociales públicos de los que gozan (sanidad, educación, pensiones, etc.) no han hecho más que empeorar lastrados por la “austeridad” y las privatizaciones.
Ante esto la respuesta de la cúpula sindical ha sido digna de consumados burócratas, mucho más cómodos en los despachos que en las calles. Al igual que sucedió con la reforma laboral de la ministra Díaz, CCOO y UGT han preferido mantener su respuesta en ruedas de prensa y reuniones con la patronal y el gobierno en lugar de organizar una contestación masiva en las empresas y en las calles.
Declaraciones grandilocuentes, pero sin nada que las apoyen.
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Sofía Ruiz
El proceso de producción capitalista, por lo tanto, visto como un proceso total conectado, esto es, un proceso también de reproducción, no sólo produce mercancías, ni sólo plusvalía, sino que también produce y reproduce la relación misma de capital; de un lado al capitalista, del otro al trabajador asalariado. (Marx, Capital, vol. 1)
La producción de bienes y servicios y la reproducción de la vida son parte de un proceso integrado. Esta vinculación, señalada por Marx, fue recogida por la teoría unificada del feminismo de la reproducción, como forma de entender y dar valor a los procesos reproductivos.
La satisfacción de las necesidades diarias, como alimento, ropa, vivienda...la educación, la salud, el trabajo, y también la reproducción de la vida, el reemplazo generacional, forman parte de la reproducción de la fuerza de trabajo y, de una forma más amplia, de la reproducción social.
Una de las características del Sistema es la unidad del conjunto socioeconomico , pues no hay producción sin reproducción, lo que implica que trabajo remunerado y trabajo familiar no pagado forman parte del mismo proceso.
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C. Hermida
El 25 de octubre de 1917 (7 de noviembre según el calendario gregoriano), los obreros y soldados de Petrogrado, dirigidos por el Partido Bolchevique, derrocaron el gobierno provisional de Kerensky y tomaron el poder en Rusia. Se abrió entonces una nueva época para la humanidad.
Durante años, los comunistas y el pueblo de la URSS libraron batallas colosales y alcanzaron, en el campo económico, social, cultural y militar, avances prodigiosos. Luchando contra la contrarrevolución interna y la agresión de las principales potencias capitalistas., convirtieron al empobrecido y explotado país que heredaron en una potencia mundial de primer orden.
Hasta 1917 la posibilidad de acabar con el capitalismo y construir el socialismo estaba en los libros escritos por Marx y Engels, pero la revolución bolchevique demostró que otro mundo era posible, un mundo sin explotados ni explotadores, un mundo en el que los obreros y los campesinos fueron capaces de ser dueños de su propio destino. Por eso, los hechos de Octubre tuvieron eco en todo el mundo, entusiasmando a los trabajadores y sumiendo a la burguesía en la peor de sus pesadillas.
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F. Ramos
Los recortes del sistema público de pensiones impuestos por los Gobiernos de PSOE y del PP generaron, y sobre todo a partir del último periodo de gobierno de M. Rajoy, un proceso de movilización constante por parte de un movimiento de pensionistas heterogéneo pero coincidente en una tabla reivindicativa muy clara:
Defensa del sistema público de pensiones frente a la permanente campaña que argumenta que su continuidad es inviable debido al aumento de la esperanza de vida, y al descenso de trabajadores cotizantes (y de la cuantía de sus cotizaciones) en relación a los perceptores de una pensión contributiva.
Derogación de las reformas regresivas en esta materia y recuperación de derechos, lo que implica rechazar la prolongación de la edad legal de jubilación y recuperar al menos la de los 65 años sin perjuicio de jubilación anticipada, bien por acuerdos con empresa y Seguridad Social, bien por realizar actividades laborales que como norma no permiten su realización óptima a esa edad.
Rechazo a las modificaciones legales que perjudican a los trabajadores al calcular la cuantía de la pensión para que ésta se aminore; y, por el contrario, establecer un cálculo que tome en cuenta los períodos de mayor cotización en la vida laboral, habida cuenta del importante número de trabajadores que pierden su empleo y no encuentran otro a partir de lo 50 años, e incluso antes.
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Juan Ortiz
La Democracia se construye en el marco de un Estado Laico, pero también esa misma Democracia tiene que construirse en el marco de un Estado republicano. ¿En qué punto de la democracia estamos? Mi planteamiento es que no hay democracia real, sino formal:
La Transición fue un proceso tras el que el franquismo se lavó la cara, se recicló para poder entrar en la OTAN y en la Unión Europea. La Constitución del 78 no fue fruto de un proceso constituyente que necesariamente hubiera llevado a la ruptura con la dictadura, sino una carta otorgada con el beneplácito de las potencias imperialistas occidentales. De hecho, los partidos republicanos no pudieron concurrir a elecciones durante este período.
Pasados los años, de nuevo, la izquierda en el Estado español mostró su debilidad ideológica y su renuncia política, cuando acepta una ley para la abdicación exprés de Juan Carlos I en Felipe VI con el apoyo de Pedro Sánchez y el silencio cómplice de IU y Podemos. La conclusión se impone: a diferencia de 1931, en los actuales momentos no existe una izquierda en las instituiones del Estado que defienda la República como modelo de Estado para este país, precisamente porque la República es el símbolo de la ruptura con el franquismo, de la superación de aquella renuncia que en 1978 nos llevó a la democracia limitada y formal actual.
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