Afrontamos este Primero de Mayo en medio de una dramática situación social. Pese a ello, es claramente perceptible un descenso de la movilización popular: del mismo son responsables el oportunismo de los cabecillas sindicales, que, temerosos de verse desbordados por la combatividad de los trabajadores, han procurado llevar la lucha a los cauces, cada vez más inútiles, de la concertación y el pacto; y el miedo de los dirigentes políticos de la izquierda que han rechazado dar la batalla por la unidad contra el régimen, como exigía el clamor de las bases.
La experiencia de estos últimos meses prueba que, sin superar el ámbito sectorial, sin un plan de lucha sostenido en el tiempo y con objetivos políticos propios, la movilización puede obtener éxitos parciales, pero no logra romper el cerco del gobierno a los derechos laborales, sociales y políticos de los trabajadores.
Por si esto fuera poco, a este preocupante panorama, dominado hasta ahora por la cobardía de la izquierda institucional, se ha sumado la irrupción de las corrientes que hemos dado en llamar “ciudadanistas”: unas tendencias que rechazan abordar los problemas desde una perspectiva de clase y que -como consecuencia de ello– se niegan a plantear proyectos políticos globales, transformadores, de ruptura con el régimen vigente, en definitiva. Por añadidura, se enfrentan abiertamente a toda perspectiva de organización, de formación de estructuras permanentes con las que encarar la lucha a medio y largo plazo.
En el campo social, el “ciudadanismo” está interesado en que las “mareas” sean la expresión de la misma tendencia disgregadora que limita la fuerza de la clase trabajadora. Por eso, pese a su potencial movilizador en un contexto de lucha, no han conseguido organizar globalmente la respuesta a las políticas antisociales del gobierno.
Frente a la campaña antisindical emprendida por la oligarquía, nuestro Partido ha defendido la necesidad de contar con sindicatos de clase fuertes y estructurados, como expresión organizada de las luchas del proletariado. Sin embargo, se hace cada vez más evidente la incapacidad e impotencia de las actuales direcciones sindicales para afrontar una situación en la que disminuye aceleradamente la importancia de la gran empresa y del trabajo fijo, que han sido la base tradicional de su afiliación y sus estructuras. Y ello, a pesar del tesón, la combatividad, el esfuerzo y el compromiso con sus compañeros que a diario demuestran miles de delegados y militantes sindicalistas.
Esta realidad, lejos de invalidar el papel del sindicalismo, hace necesaria una reorientación de los sindicatos de clase:
- El sindicato debe servir a la negociación, sí, pero indisolublemente unida a la movilización de los trabajadores y a la búsqueda de la solidaridad de otros sectores laborales y sociales.
- Necesitamos que nuestros sindicatos sean asimismo escrupulosamente democráticos y respetuosos con el pluralismo sindical.
- Que se basen en el trabajo militante como apoyo fundamental de la necesaria labor de los permanentes o “liberados”, y se acabe con los brazos de madera y las clientelas con las que se blindan algunas camarillas.
- Debemos priorizar, también, la vinculación del sindicato con el territorio para articular mejor la visión de conjunto y la solidaridad entre sectores; y esto es particularmente importante en un contexto de predominio del trabajo temporal, que dificulta la vinculación a una federación o rama concreta del sindicato.
- En este sentido, el sindicato debe dar especial prioridad a la JUVENTUD, no sólo para crear nuevos cuadros sindicales, sino sobre todo porque sufre con particular dureza la crisis, el paro, la precariedad y los sueldos de miseria.
Pero si queremos devolver a los sindicatos de clase sus señas de identidad, debemos pelear por ello y no esperar una reorientación “espontánea”. Pese al descontento creciente de muchos militantes y cuadros sindicales, es evidente que la respuesta dada por los aparatos es justamente la contraria de la que necesitamos: cerrar filas, reforzar la centralización, asfixiar las voces discordantes y “salvar los muebles”, mientras se reclama recuperar un papel negociador que la oligarquía no les reconoce y utiliza para mantener la “paz social”. Pero la respuesta no pasa por abandonar los sindicatos ni inventar “sindicatos”, a imagen del “ciudadanismo”, por encima de las clases, sin ideología. Se trata de articular todas esas voces que, de manera más o menos consciente, entienden que el sindicalismo de clase está haciendo dejación de sus deberes para con el proletariado y que es necesario “volver a los orígenes”, para pelear juntos contra los dirigentes irresponsables que llevan al sindicato al redil de la colaboración de clase.
Para ponernos manos a la obra
Hay tareas que podemos hacer YA para responder a los ataques de la patronal y sus representantes políticos; para defender con más fuerza los derechos colectivos; para multiplicar la solidaridad dentro de nuestra clase y recabar la de otros sectores populares:
- En primer lugar, formar redes de delegados de nuestro sector, comarca o zona, así como militantes dispuestos a cumplir un papel en su centro de trabajo, adscritos a cualquier sindicato y de cualquier ámbito laboral, que permitan conectar las diferentes luchas y reivindicaciones y dar respuestas lo más amplias y rápidas que sea posible, sin perder la referencia de las organizaciones permanentes, los sindicatos de clase a los que cada uno pertenezca. En medio de las constantes agresiones, entre las llamadas a diluirnos como “ciudadanos”, esto es fundamental para recuperar la perspectiva de que los trabajadores formamos una misma clase y volver a adquirir la conciencia de nuestra fuerza y de la necesidad de estar organizados.
- Junto a esto, es primordial conceder especial relevancia a la organización de la juventud trabajadora: un sector especialmente azotado por la precariedad y que, además, en general carece de experiencia de organización y lucha colectiva. Incorporar a jóvenes trabajadores a los sindicatos de clase, y darles apoyo colectivo en sus luchas a través de las redes de sindicalistas y de los propios sindicatos, es vital para no romper la continuidad del combate del proletariado por su emancipación.
¡POR UN SINDICALISMO DE CLASE Y COMBATIVO!
¡POR LA RECUPERACIÓN DEL PAPEL POLÍTICO DEL PROLETARIADO!
¡POR LA SOLIDARIDAD CON LA LUCHA DE LA JUVENTUD TRABAJADORA!
PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA (marxista-leninista)
JUVENTUD COMUNISTA DE ESPAÑA (marxista-leninista)