Comunicado del Comité Ejecutivo del PCE (m-l)
Las contradicciones siguen presentes. Y la alternativa que puede garantizar un cambio efectivo sigue siendo la misma. Nuestro país tiene unos gravísimos problemas estructurales que solo pueden encararse mediante la ruptura política con la monarquía y la proclamación de la III República. La monarquía y la Constitución de 1978 son el fundamento político de un modelo que apuesta por la privatización de los servicios públicos, la consolidación del paro y la precariedad laboral y el repliegue del Estado hacia funciones meramente represivas.
A lo largo de los últimos años ha ido creciendo la movilización social, que ha llegado a ser general y generalizada. Nuestro Partido ha insistido una y otra vez en la necesidad de transformar esa movilización, y la indignación de millones de trabajadores que latía tras ella, en fuerza política. Hemos trabajado por que las organizaciones de izquierda asumiéramos la responsabilidad de avanzar hacia la unidad en torno a una propuesta común de ruptura con el régimen monárquico del 78 y su superación en un nuevo marco republicano que garantice los plenos derechos sociales y políticos de la mayoría trabajadora.
Esta idea se ha ido abriendo paso en el campo popular, pero desde la irrupción de PODEMOS en las últimas elecciones europeas el discurso de la izquierda pasó a estar dominado por una visión interclasista, cargada de indefinición ideológica y política que se nos decía necesaria para ganar la «mayoría ciudadana» y conseguir «el cambio».
Las elecciones al Parlamento andaluz han sido la primera prueba de esta propuesta “ciudadanista” que se presume transformadora. ¿Cuál ha sido su resultado? Si algo parece evidente es que el objetivo del ciudadanismo que representa PODEMOS ha fracasado: sus vacíos ideológicos y políticos, justificados en la necesidad de «renunciar a las etiquetas para ganar la mayoría social», no han sido capaces siquiera de superar el denominado bipartidismo. Si acaso, se ha producido una remodelación de éste, en un marco por otra parte idéntico al de todos estos años.
Es innegable que el PP sufre una severa derrota que no deja de ser la consecuencia de su brutal política de recortes en materia social y política, dato del que debemos sin duda alegrarnos. Pero el PSOE, el otro puntal del régimen y responsable junto a aquel de las políticas antisociales que han llevado el paro, la precarización y la limitación de derechos sociales a la vida de la mayoría trabajadora, afianza su control a pesar de la pérdida de votos que ha experimentado.
Las únicas variaciones en el panorama electoral existente han sido la irrupción del mismo PODEMOS, y de una fuerza igualmente ambigua en sus propuestas políticas, aunque claramente identificada con la derecha, como es Ciudadanos, y el debilitamiento de Izquierda Unida, que ha pagado en las urnas el precio de su apoyo al PSOE estos últimos tres años y la ambigüedad de algunos de sus dirigentes, que, ante la evidencia de su rápida deslegitimación, pasaron a abrazar las tesis del ciudadanismo limitándose a responder a las demandas de unidad, claridad y firmeza que hacían los trabajadores, en sus movilizaciones, con una mayor ambigüedad y la renuncia a la ruptura democrática con el régimen monárquico. Los veinte diputados obtenidos por la suma de PODEMOS e IU son el mismo número que obtuvo esta formación en solitario en las elecciones de 1994, y que perdió en las siguientes citas al no transformar su fuerza electoral en oposición de clase claramente diferenciada.
PODEMOS y CIUDADANOS recogen el malestar de unas capas sociales indignadas que reclaman una transformación en la forma de hacer política, pero que pronto se sentirán frustradas por la praxis de unas organizaciones aupadas por los medios de comunicación, pero que se mueven dentro del sistema político y no tienen voluntad de cambiarlo.
Por otra parte, la abstención sigue siendo muy elevada y, sumada a los votos en blanco y nulos, supone cerca del 40% del censo electoral, lo que demuestra que ninguna de las formaciones nuevas que tendrán presencia en el parlamento andaluz ha logrado el apoyo de esos millones de trabajadores hastiados de la situación que viven.
Esta es la lectura real de estas elecciones, más allá de los fríos datos electorales: la victoria del PSOE en Andalucía es el triunfo de la mediocridad, de la falta de perspectivas, de la dispersión política de la izquierda, una victoria que no garantiza ningún cambio.
Ahora bien, las contradicciones siguen presentes. Y la alternativa que puede garantizar un cambio efectivo sigue siendo la misma. Nuestro país tiene unos gravísimos problemas estructurales que solo pueden encararse mediante la ruptura política con la monarquía y la proclamación de la III República. La monarquía y la Constitución de 1978 son el fundamento político de un modelo que apuesta por la privatización de los servicios públicos, la consolidación del paro y la precariedad laboral y el repliegue del Estado hacia funciones meramente represivas.
Por estas razones, el PCE (m-l) seguirá trabajando para forjar un Frente Popular que haga posible la ruptura republicana. Solo la República Popular y Federal, expresión de un nuevo bloque social popular, puede acometer las transformaciones sociales, económicas y políticas que nuestro país necesita.
No hay cambio ni democracia sin ruptura, sin República.
Comité Ejecutivo del Partido Comunista de España (marxista-leninista)
24 de marzo de 2015