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  ACTUALIDAD  Divide y vencerás, ¿a quién beneficia?
ACTUALIDADArtículos

Divide y vencerás, ¿a quién beneficia?

27 de mayo de 2025
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J. Romero

 “…el capitalismo es un fenómeno progresivo, porque destruye los viejos modos de producción y desarrolla las fuerzas productivas; pero, al mismo tiempo, llegado a un cierto grado de desarrollo, comienza a frenar el incremento de las fuerzas productivas… Ahora bien, es evidente que las masas no aprenden de los libros, sino de la vida, por lo que algunas personas o grupos siempre suelen exagerar y erigir en doctrina unilateral, en sistema táctico unilateral, tal o cual rasgo del desarrollo capitalista, tal o cual “enseñanza” derivada de este desarrollo…”  Contra el dogmatismo y el sectarismo en el movimiento obrero. Recopilación de artículos de V I Lenin

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A lo largo de los años y en tiempos de mayor radicalidad del movimiento obrero, el revisionismo, entonces dominante, ha ido llevando a los sindicatos de clase hacia una acción reformista y conformista, coherente con su propia política. Esta actitud se reflejaba, no solo en el abandono de la movilización y la huelga como instrumentos esenciales de la lucha del proletariado por sus derechos laborales y sociales sino, también, en el desamparo hacia los sectores del proletariado que, por la dispersión de la estructura empresarial española, dominada por las microempresas, hacían frente más debilitados a condiciones de trabajo en contínua degradación. Estos sectores necesitaban una organización fuerte capaz de apoyar y unificar sus reivindicaciones, que el sindicalismo les negaba.

Expresión de la lucha interna en el PCE, un sector de sus cuadros sindicales ayudó a constituir una alternativa crítica con la dirección de CCOO de la que los militantes de nuestro partido fueron parte activa y que, durante años, ha sido una referencia clara para los sectores más conscientes y combativos de la clase trabajadora.

La lucha interna en el principal sindicato de nuestro país, ha sido muy dura; y, en ella, la dirección del PCE se ha empeñado desde el principio, en la defensa de los dirigentes de la aristocracia obrera que, paso a paso, inclinaban la acción del sindicato hacia el pacto y el abandono de la movilización. El trabajo de los dirigentes comprometidos con el capitalismo ha ido reduciendo el papel del sindicato de masas al de “negociador” “pragmático” cuyo objetivo es el de “suavizar” los golpes de la patronal.

La constitución del gobierno de coalición y el descrédito del revisionismo y sus aliados ciudadanistas han forzado al PCE a “enrocarse” en la estructura de CCOO y empeñarse activamente en la disolución del sector crítico, utilizando para ello cuadros de su activo sindical que, de puertas para afuera defienden, sin pudor, alguna de las alternativas más anarquizantes y “radical oportunistas”.

Los dos grandes sindicatos, controlados por las fuerzas políticas revisionista (PCE) y social liberal (PSOE) han perdido paulatinamente la confianza del proletariado, aunque siguen siendo fuerzas que los trabajadores perciben como necesarias para organizar adecuadamente las respuestas ante las agresiones del enemigo de clase.

*   *   *   *   *

El agravamiento de la crisis general del imperialismo está radicalizando la lucha feroz entre las grandes empresas capitalistas que intentan mantener sus ganancias concentrando  capital  mediante fusiones, despidos masivos y recortes de los derechos reconocidos en los convenios colectivos. El Estado acude en su ayuda facilitando las fusiones entre empresas y cercenando las leyes laborales de ámbito general.

En España, la última Reforma Laboral derogó las modalidades contractuales temporales que más utilizaban las pymes y microempresas, pero estas, han mantenido la precariedad de los empleos sustituyendo los contratos temporales por los denominados “fijos discontínuos”, y utilizando los despidos disciplinarios y por finalización del periodo de prueba para “ajustar” sus plantillas (según el diario digital “El Economista.es, en febrero pasado, estas dos modalidades de despido habían aumentado un 251 % desde 2.021)*(1)

Pero el despido colectivo a través de Expedientes de Regulación de Empleo (en adelante, ERE), sigue siendo la modalidad más común, fácil y barata de despido para las grandes empresas, porque la reforma impulsada por el gobierno de coalición, no recuperó ninguna de las cautelas que dificultaban su uso por las empresas y que fueron eliminadas en la brutal reforma impuesta por Rajoy.              

De hecho, por ejemplo, el último proceso de fusiones bancarias que ha provocado el cierre de cientos de oficinas y el despido de más de 19.000 trabajadores del sector, terminó después de la aprobación de aquel acuerdo entre el Gobierno de coalición, la patronal y los dirigentes de CCOO y UGT, en diciembre de 2021. Y el recurso a ERES ha seguido siendo constante desde entonces: Telefónica despidió a 3421 trabajadores el año pasado, BIMBO hizo lo propio, cerrando sus plantas en Valladolid y  El Verger (Alicante),  Al Campo acaba de anunciar el cierre de 25 supermercados  y el despido de  710  trabajadores, Telefónica trata de imponer un nuevo ERE que afectaría a, entre 4000 y 5000 trabajadores, BIMBO vuelve a plantear otros 352 despidos, la fusión forzada entre BBVA y Sabadell, de aprobarse, supondría otra sangría de empleo en ambas empresas(2), etc, etc,

*   *   *   *   *

Los revisionistas…consideran las reformas como la realización parcial del socialismo. El anarco sindicalista rechaza la “labor mezquina”, sobre todo la utilización de la tribuna parlamentaria…Unos y otros frenan la obra principal más apremiante: la agrupación de los obreros en organizaciones grandes, poderosas, que funcionen bien y sean capaces de funcionar bien en todas las circunstancias, en organizaciones que estén penetradas del espíritu de la lucha de clases, que tengan una visión clara de sus objetivos y estén educadas en una verdadera concepción marxista del mundo. Del artículo: “Las divergencias en el movimiento obrero europeo”. VI Lenin

Algunos revisionistas cínicos aducen que los propios trabajadores aceptan los despidos porque en las grandes empresas se pactan condiciones más favorables: indemnizaciones superiores a las que se obtendrían de ser contenciosos, ayudas para los trabajadores más antiguos hasta llegar a la edad de jubilación, etc (de hecho, en el caso de Telefónica el número de solicitudes para acogerse al ERE, fue incluso superior al que proponía la empresa). Pero, lo cierto es que los trabajadores saben que, sin suficiente protección sindical, los ERES continuarán y las condiciones de estos, pueden ser aún inferiores, al darse la batalla en peores condiciones.

Esto ocurre por muchos factores y, entre ellos, dos fundamentales: las luchas en los tajos, lo mismo que las que se libran en defensa de los servicios públicos y los derechos sociales en general, se dan dispersas, faltan una organización y unos objetivos unificados. A ello se suma que los grandes sindicatos están controlados, como decimos,  por una minoría de dirigentes comprometidos activamente en la defensa de un gobierno “amigo”, cobarde y cómplice del capital, que ha hecho del “diálogo social” su seña de identidad; y que, como consecuencia, la “paz social” se ha enseñoreado  de la práctica de los grandes sindicatos en las fábricas y sectores de producción.

Como consecuencia de la falta de una dirección política, las luchas del proletariado se dan por separado, hasta el punto de que, a veces, cada lucha, ganada o perdida, ha terminado conformando una expresión organizativa propia.  Esta peligrosa tendencia, es potenciada por las fuerzas radical oportunistas que aprovechan la justa indignación de los trabajadores y cuadros sindicales abandonados por la organización sindical de su sector, para inocular su ideología anarquizante y aumentar la dispersión.

Las valientes luchas de los trabajadores del metal de Cadiz y Vigo, o de Acerinox, son ejemplos de que el esfuerzo de los trabajadores puede terminar en una derrota, al menos parcial; una derrota que la patronal aprovecha para dirigir su saña antisindical contra los dirigentes y comités de empresa que las dirigen: el caso de los  siete compañeros de Acerinox a los que la empresa exige el pago de 26 millones de euros por “daños a la empresa”, prueba que los sectores más conscientes de  nuestra clase pelean en condiciones muy difíciles; prueba también que la dirección de los grandes sindicatos de masas actúa objetivamente como aliada del gran capital cuando se niega a articular y organizar una respuesta común y unitaria de los trabajadores en defensa de los derechos laborales que se les niegan constantemente en la vida diaria.

Pero prueba también que la división de nuestra clase es un mal aún mayor, por cuanto debilita las respuestas y enfrenta  a unos trabajadores con otros. Muchas veces, cada lucha concreta ha dado lugar, como digo, al surgimiento de un destacamento distinto de trabajadores, las más de las veces de ámbito local o sectorial, que se suma al carrusel de fuerzas dispersas que, a pesar de los intentos de unificación, aún no han avanzado lo suficiente en ese camino.

Y, en lugar de ayudar a la unidad y la extensión de la solidaridad, los defensores del sindicalismo anarquizante, aprovechan el justo malestar de los trabajadores conscientes contra los dirigentes sindicales que les han abandonado, para lanzar su ideología “radical” contra la propia idea del sindicalismo: todos conocemos a fuerzas que se enfangan en su papel de altavoces de uno de los bandos imperialistas en lucha y, en el terreno interno, defienden una posición anarquizante que no ayuda a unir las fuerzas de los obreros conscientes, sino que aprovecha la rabia de muchos trabajadores que se sienten abandonados por los sindicatos de masaas, para justificar su completa inacción en la defensa de la necesaria organización de nuestra clase en sindicatos fuertes y unidos, máxime ahora, cuando la confusión y el desorden dominan la respuesta política de nuestra clase:

¿De qué sirve, en qué refuerza al proletariado, el que se convoquen, como ocurrió en Madrid y otras ciudades, manifestaciones distintas el Primero de Mayo, precisamente el día que nuestra clase eligió para expresar la necesidad de unidad en la lucha contra su enemigo de clase? ¿De qué sirve que existan decenas de sindicatos de rama o locales, que, si algo necesitan, es unidad para recuperar la orientación y la fuerza de la lucha proletaria?

Se da, incluso, la paradoja de viejos (y no tan viejos) militantes de fuerzas revisionistas u oportunistas que en su dia defendieron el reformismo más ramplón y hoy dedican sus esfuerzos, no a combatir la actitud de los Sordo, Álvarez y cia. para avanzar en la unidad de nuestra clase, librando batalla contra los traidores, sino a insultar a sindicatos que, guste o no, agrupan a más de millón y medio de trabajadores y son  por tanto una fuerza contundente frente a la patronal, comparando a sus afiliados, que buscan el apoyo de organizaciones fuertes, con los dirigentes?

No, los comunistas seguiremos trabajando por extender la solidaridad con los destacamentos que luchan en condiciones cada vez mas precarias, aislados y golpeados con saña por el capital y la acción indigna de dirigentes vendidos; y continuaremos esforzándonos por reforzar la unidad  sindical, recordando lo que en su día dijera el gran dirigente bolchevique, Lenin: los obreros separados no son nada, los obreros unidos, lo son todo. Porque trabajar por la unidad, es una de las condiciones necesarias para reforzar el movimiento obrero y combatir a los traidores que lo manipulan y controlan, y recuperar para la clase, una de sus principales armas de lucha.

NOTAS

(1) Hubo que esperar a una sentencia, de la Sala de lo Social del TS, de noviembre pasado (1250/2024), dictada en unificación de doctrina, para que se estableciera como obligatorio el trámite previo de audiencia al trabajador a quien la empresa quiera despedir por motivos disciplinarios, para que, al menos, tenga derecho a conocer los cargos que se le imputan y a defenderse de ellos. Hasta entonces, la empresa ni siquiera estaba obligada a informar previamente al trabajador de los cargos que “justificaban” su despido.

(2) Se calcula en más de 120.000 el número de trabajadores del sector bancario despedidos desde que estallara la burbuja inmobiliaria (más del 43% de la plantilla que había en 2.008). Hoy, además, el 57% de los pueblos no tienen una oficina física a la que acudir para realizar gestiones bancarias.

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