Por J. Romero
«Para un marxista, es indudable que la revolución es imposible sin una situación revolucionaria; además, no toda situación revolucionaria desemboca en una revolución. ¿Cuáles son, en términos generales, los signos distintivos de una situación revolucionaria?… 1) la imposibilidad para las clases dominantes de mantener inmutable su dominación…, una crisis en la política de la clase dominante, que origina una grieta por la que irrumpe el descontento y la indignación de las clases oprimidas. Para que estalle la revolución no suele bastar con que “los de abajo no quieran”, sino que es necesario además que “los de arriba no puedan” seguir viviendo como hasta entonces. 2) Una agravación, superior a la habitual, de la miseria y de los sufrimientos de las clases oprimidas. 3) Una intensificación considerable, por estas causas, de la actividad de las masas, que en tiempos de “paz” se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas… a una acción histórica independiente» (V.I. Lenin, La Bancarrota de la II Internacional).
Es cierto que existen momentos en la historia en los que la confluencia de diversos factores convierten la situación de determinado país en revolucionaria, hacen a las masas permeables a la idea de la revolución y abren esos «días que valen por años», que pueden llegar a cambiar el mundo.
El brusco surgimiento del ciudadanismo en España se dio en un momento político caracterizado por la exacerbación de la movilización social, que tuvo su momento culminante en la marcha de mareas del 22 de marzo de 2014; una movilización que, a pesar de su carácter disperso y de estar centrada en aspectos parciales de la crisis social provocada por los recortes, había terminado por poner contra las cuerdas al gobierno de Rajoy y abría expectativas de politización de amplios sectores populares.
Se puede poner en duda si en ese momento (marzo de 2014) estaban dadas las condiciones que señala Lenin. Y ello porque, aunque fuera patente la indignación de una mayoría social ante unos recortes brutales que degradaron bruscamente la situación de millones de familias, y las evidencias de corrupción generalizada en el aparato político del Estado, la inmensa mayoría de la sociedad aún mantenía la confianza en las posibilidades de un cambio gradual a mejor en su situación, y la desconfianza hacia la lucha política (agravada por el descrédito hacia lo político que trajo consigo la corrupción de los partidos burgueses y la confusión creada por la pequeña burguesía sobre el papel de la lucha política en el avance social).
Ahora bien, de lo que no cabe ninguna duda es que las condiciones subjetivas no solo no estaban maduras para dirigir un salto cualitativo en la pelea contra el poder del Estado burgués, sino que actuaban de hecho en contra de la toma de conciencia de los sectores más avanzados de las masas y de su organización. La inmensa mayoría de las fuerzas políticas del campo popular trabajaron activamente, desde el inicio del periodo de movilizaciones populares, para mantener dispersas las luchas, imponiendo sus querellas internas, y centrando las reivindicaciones en los aspectos más concretos; limitándose, en definitiva, a intentar paliar los daños y canalizar el malestar colectivo como simple agrupación de quejas individuales. Tanto es así, que la misma movilización del 22 de marzo tenía el nombre de “marcha de mareas”, lo que resaltaba su carácter desagregado, como simple “confluencia” espontánea y coyuntural de intereses dispersos.
Podemos, la vieja guardia revisionista y la Casa Común
En un momento en el que la situación se vuelve insoportable para millones de personas, cuando el capitalismo se prepara activamente para la guerra (económica, política y también militar) acuciado por una crisis de proporciones desconocidas que amenaza con arrastrar a una buena parte de la pequeña burguesía al escalón más bajo de la sociedad, es cuando ésta intenta una salida propia, erigiéndose en cabeza política de un movimiento social preexistente que busca y no encuentra una expresión política.
Pero, PODEMOS viene a ser, además, la transustanciación del oportunismo antimarxista preexistente (sus líderes no provienen del campo de la vieja socialdemocracia, sino del campo del “eurocomunismo”) y el demiurgo del ciudadanismo en España.
La cosa viene de lejos. El propio Ernesto Laclau, uno de los padres putativos del llamado postmarxismo, explicaba la evolución del oportunismo encarnado ya en la dirección de los grandes partidos comunistas, ligada a la suya propia, en una entrevista realizada en 2012, en Ecuador: «…Después de la universidad, el marxismo era la ideología dominante en el movimiento estudiantil…por tanto yo me adherí a él…Althusser presentaba, a través de su concepción de que la contradicción de clase está siempre sobre determinada, la idea de que hay otras contradicciones que la de clases, y eso fue muy iluminante» (Postmarxismo, discurso y populismo. Un diálogo con Ernesto Laclau. Por Mauro Cerbino, profesor investigador de FLACSO-Ecuador, 2012).
Después de “descubrir” (sin entender) a Gramsci, Laclau continúa narrando su propia evolución: <<…la lectura de los textos de Togliatti…me llevó, cuando fui a Europa, a observar muchos otros movimientos que yo interpretaba a la luz de mi experiencia del peronismo: el surgimiento del feminismo, de los movimientos gay, una cantidad de elementos que podían ser articulados en nuevas identidades, pero no podían ser reducidos a una identidad clasista>> Esa es la posición de partida de su gran creación, el “populismo de izquierda”: la negación de la clase obrera como sujeto de la acción revolucionaria. Nada original como iremos viendo. El terreno en el que germinaron las teorías postmarxistas de Laclau y Mouffle estaba abonado.
Durante años, teóricos de cabecera de los dirigentes de la izquierda institucional, han pontificado sobre el fin de las clases, proponiendo abandonar lo que denominaban “reduccionismo clasista”; y “abrir” la izquierda a “nuevas identidades”. Una de las que mayor audiencia tuvo hace unos años, Marta Harnecker, proponía esta receta para la nueva izquierda del siglo XXI: <<La nueva organización debe tener en la mira no sólo la explotación económica de los trabajadores, sino también las diversas formas de opresión y de destrucción del hombre y la naturaleza que van más allá de la relación entre el capital y el trabajo…debe abandonar el reduccionismo clasista asumiendo la defensa de todos los sectores sociales discriminados y excluidos económica, política, social y culturalmente. Además de los problemas de clase, deben ocuparle los problemas étnico- culturales, de raza, de género, de sexo, de medio ambiente. No debe tener presente solo la lucha de los trabajadores organizados, sino también la lucha de las mujeres, de los indígenas, negros, jóvenes, niños, jubilados, minusválidos, homosexuales, etc. M Harnecker “La izquierda en el umbral del siglo XXI”. Edt s. XXI. 1999
Leído así, ¿quién diría que no tiene razón la Sra. Harnecker? La cuestión es que los comunistas nunca hemos considerado que el proletariado deba renunciar a encabezar las luchas democráticas de los sectores populares; al contrario, siempre hemos defendido que esa lucha deben encabezarla los trabajadores sin renunciar nunca a sus propios objetivos y manteniendo su plena independencia como clase; porque ser mujer, niño, indígena, homosexual, negro, jubilado, etc, no implica un cambio en la identidad que une a la clase trabajadora y define su interés común en la superación del capitalismo. Porque, sin derribar un orden económico basado en la explotación de la fuerza de trabajo y en la desigualdad social no puede emprenderse un proceso de liberación del ser humano.
Son muchos, como decimos, los teóricos, dirigentes e intelectuales que definiéndose como marxistas, han propuesto su propia versión del marxismo, con el denominador común de negar el papel central de la lucha del proletariado contra el orden imperialista, por lo que, llegados a este punto, cabe preguntarse los argumentos comunes a estas corrientes, para justificar su abandono del marxismo. Sirva como síntesis apresurada algunos de los señalados por el sociólogo norteamericano James Petras en un artículo*(1)de hace varios años, por tener la virtud de sintetizar los principales:
- 1)El socialismo fue un fracaso…las ideologías son falsas (salvo el postmarxismo) porque reflejan un pensamiento dominado por un solo sistema cultural raza/género; 2) el énfasis marxista sobre las clases sociales es reduccionista, porque las clases sociales se están disolviendo. Los principales puntos políticos de partida son culturales y están arraigados en diversas identidades (raza, género, etnicidad, preferencias sexual); 3) El Estado es el enemigo de la democracia y la libertad y un proveedor ineficaz de bienestar social. En su lugar, la sociedad civil es el protagonista de la democracia y la mejora social; 4) La planificación central crea burocracia,…los mercados, quizá con regulaciones limitadas, permiten un mayor consumo y una distribución más eficaz; 5) La lucha de la izquierda por el poder del Estado es corruptora y conduce a regímenes autoritarios…Las luchas locales son la única forma democrática de cambio, junto con la petición/presión sobre autoridades nacionales e internacionales; 7)…Las clases ya no existen. Hay comunidades fragmentadas en las que grupos específicos (identidades) participan de labores y relaciones recíprocas para la supervivencia basadas en cooperar con partidarios externos. La solidaridad es un gesto que trasciende las clases, un gesto humanitario; 9) El antiimperialismo es otra expresión del pasado. En la economía globalizada no hay posibilidades de enfrentar los centros económicos. El mundo es cada día más interdependiente y hay una necesidad de mayor cooperación internacional en la transferencia de capital, tecnología y conocimientos de los países ricos hacia los países pobres
Quien participa en la lucha política en el campo popular, seguro que habrá oído mil veces uno u otro de estos argumentos con más o menos énfasis o adornos retóricos en boca de representantes de las más variadas organizaciones políticas o sociales, para justificar la renuncia a expresar en objetivos políticos de clase las reivindicaciones insertas en las luchas concretas.
De esta mistificación postmarxista (frente a la que hay que reconocer, los comunistas hemos sido poco combativos, dejando que se extendiera sin debate) han participado no solo quienes venían de la “cultura” jruchovista, sino las diversas facciones del trostkismo, ahora en su mayoría “disueltas” en PODEMOS.
En su momento, el tandem LCR (posteriormente Izquierda Anticapitalista) y MC, que dirigió con habilidad el movimiento anti OTAN sin darle una salida política, tuvo mucho que ver en el desarrollo de esta concepción utilitaria y dispersa de la lucha política en frentes diversos: feminismo, ecologismo, solidaridad, etc, aparcando los objetivos de clase para hacer del movimiento, el objetivo. Algo que ya sintetizó el oportunista Bernstein: “el objetivo final no es nada, el movimiento lo es todo”, y cuyas consecuencias históricas fueron devastadoras para la clase trabajadora.
Un representante de esas corrientes de influencia trotskista, concluía refiriéndose a la tesis marxista según la cual, en la sociedad capitalista, no puede haber “liberación del trabajo”: “Ese enfoque sobre el trabajo es excesivamente esencialista y totalizador, y creo que hay que quitar cualquier lectura de reduccionismo económico, de jerarquizar la liberación humana a la liberación económica” Y añade más adelante “En estas últimas décadas…el ámbito no económico, del no- trabajo se ha transformado profundamente, y en general, ha supuesto un nuevo marco más tolerante…; en el ámbito cotidiano occidental (sic), el no-trabajo se puede vivir como más liberador y el ámbito del empleo, para la mayoría, como más explotador” Antonio Antón. Trabajo, derechos sociales y globalización VV.AA. Ed Talasa. Editada en 2000. Más de cuatro millones de personas pueden sentirse contentas por poder disfrutar del ámbito del “no trabajo”, gracias a la política de los distintos gobiernos de su majestad
Por esas mismas fechas, este mismo autor se refería más explícitamente a la cuestión en otro documento: <<estamos en esta sociedad capitalista con explotación, desigualdad y fuertes lacras sociales y el acento se debe poner ahora en combatir estas condiciones laborales y sociales, y no en ensalzar las virtudes del trabajo…“…en la medida que no hay empleo y mientras la sociedad no pueda ofrecerlo para todas las personas que lo deseen, la propia sociedad debe garantizar las prestaciones básicas a todos los ciudadanos>> A. Antón “La crisis del trabajo” (publicado en internet).
Es decir, una y otra vez, a lo largo de los años, muchos intelectuales pequeño burgueses han ido deslizando la idea de que, al menos en los países económicamente desarrollados, el progreso técnico y el enorme incremento de la productividad del trabajo han provocado que la contradicción proletariado burguesía se diluya, apareciendo otras contradicciones que deben constituirse en elemento central de la lucha política; incluso han negado el papel de las clases y del Estado, trasladando a la “sociedad” como un ente puro y sin contradicciones, la garantía de los derechos, entre ellos el del trabajo.
Siendo imposible la revolución o la transformación de raíz del Estado, la lucha se centraría en garantizar reformas “ideales”: trabajo para quien lo quiera, (ya que no es fuente de virtud), un salario social o renta básica para todos los desempleados o sin recursos económicos suficientes y al mismo tiempo: “Articular medidas de estímulo de la economía social y alternativa en sentido amplio, de reconocimiento del trabajo doméstico y no mercantil, y favorecer el voluntariado y la actividad asociativa, de cooperación y solidaridad” A. Antón.Ibidem.*(2) Leído ahora, cuando el Estado imperialista se presenta y actúa en todo su esplendor, sin caretas reformistas, resulta meridianamente claro a donde conducen estas mistificaciones.
La cuestión es que, cuando más centralizado está el poder económico, político y militar del capitalismo en su fase imperialista, estos falsos marxistas se centran en impulsar todo tipo de estructuras flexibles (plataformas coyunturales, organizaciones sectoriales, ONGs mayoritariamente subvencionadas por instituciones centrales del imperialismo económico, etc) al margen de la organización permanente y de clase; y han propuesto hacer de las reivindicaciones feministas, ecologistas, nacionalistas, etc, el centro de la acción política.
En esta marcha hacia la nada del revisionismo antimarxista, se ha llegado a situaciones verdaderamente esperpénticas, como el propio Laclau reconoce anecdóticamente en la entrevista de la que hablamos <<No se puede dejar de observar que a veces el movimiento feminista italiano tenía demandas inabsorvibles. Uno de los lemas del feminismo italiano era “copulación sin penetración” y querían que el Partido Comunista pusiera eso en su plataforma…Ese es el momento en el que surge el “operaismo” (que daría lugar al “movimiento autónomo”) y empieza a afirmar la autonomía de los movimientos particulares frente a la idea tradicional comunista que era la articulación y la hegemonía…Antonio Negri es una expresión de esto…el Estado está fuera de la lucha comunista y lo que hay que afirmar es la autonomía de la lucha…>>
En esas estábamos, cuando surgió PODEMOS, que, como vamos viendo, no es sino la síntesis y conclusión dialéctica del proceso de degradación del oportunismo revisionista.*(3)
Eso explica que exista además una íntima relación entre el núcleo dirigente de PODEMOS y los sectores de la dirección del PCE e IU que llevan años promoviendo la dispersión política y orgánica del movimiento popular. Bastaría un somero repaso a la nómina de dirigentes o patrocinadores de PODEMOS, para darnos cuenta de esa ligazón: Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias Turrión, Rafael Mayoral, Manuel Monereo, Julio Anguita, etc, etc, todos ellos han participado como asesores en la elaboración de la política de ambas organizaciones, cuando no en tareas de dirección.
De ese modo, es posible considerar que esta nueva socialdemocracia (así definía recientemente el líder máximo de PODEMOS a su movimiento), ha culminado lo que otras corrientes organizadas (el carrillismo, “Nueva Izquierda”, etc) intentaron antes, sin conseguirlo: la vuelta a la casa común de la vieja socialdemocracia. Y ello, justo, insisto en ello, cuando más aguda se desarrolla la confrontación de clases, cuando la vieja socialdemocracia, agotada por décadas de traiciones y abandonos, se veía en dificultades para “reconducir” la tensión social que genera la política imperialista en una fase de enfrentamiento abierto, tanto en el terreno internacional, como en el interno.
De hecho, que Izquierda Unida y el PCE tuviera una base procedente de la clase obrera, cuyo instinto político le lleva a no comulgar con semejantes monsergas, fue lo que motivó el surgimiento de PODEMOS, cuando un sector de su cuadros de dirección ideológica aprovechó la situación objetiva para seguir un camino independiente. *(4)
¿Por qué, PODEMOS? ¿por qué en este momento?
Tiene razón Íñigo Errejón cuando señala en una entrevista realizada en 2014: <<…todo Estado tiene siempre una doble labor que es organizar arriba y desorganizar abajo. Por arriba se toman decisiones que permiten mantener la reproducción social, el día a día, la economía dentro de un orden. Por otra parte “desorganizar” abajo significa dispersar las quejas, evitar que los que están descontentos se unan para producir una visión diferente de cómo podrían ser las cosas…>>Entrevista a I. Errejón “PODEMOS como práctica cultural emergente frente al imaginario neoliberal”.
Y hay que reconocer también su habilidad y la de sus compañeros para ver el momento y aprovechar la coyuntura al lanzar un proyecto que recoge y aplica en España las teorías sobre el “populismo de izquierda” del “postmarxista” Laclau (particularmente según señala el propio Errejón en la entrevista, las experiencias de Ecuador y Bolivia, aunque cabría incluir la peronista de la que el filósofo argentino se consideraba rendido admirador). Otra cuestión bien distinta y que va quedando paulatinamente clara, es qué pretendían los dirigentes de PODEMOS y cuales son los verdaderos objetivos en torno a los que se articuló esa unidad y que van a condicionar (lo está haciendo ya) su futuro.
Siguiendo a Laclau, los dirigentes de PODEMOS, de nuevo, parten de la idea de que el capitalismo ha logrado destruir la identidad de clase. <<No existen, no hay sujetos puros esperándote…En su lugar, hay materias primas, culturales, sociales que, articuladas de una forma o de otra, producen distintos tipos de identidad>> Se trata, pues, siguiendo de nuevo a Laclau de que: <<En determinados momentos, entre las diferencias que nos separan emergen demandas frustradas que se establecen como equivalencia…Inicialmente aparece una equivalencia negativa: la común frustración…Tienen que aparecer significantes que actúen como nodos que pongan en relación distintas demandas frustradas. Estos significantes permiten que cristalice una nueva identidad>>.Ibidem
Y, no cabe duda que la política de recortes de Rajoy generó un amplio rechazo que permitía elevar a comunes las demandas frustradas de sectores populares muy amplios. Hubiera sido un buen momento para articular la Unidad Popular en torno a un programa transformador, republicano y de ruptura, pero a pesar de nuestros esfuerzos y los de otros sectores de la izquierda, entonces no pudo ser. Era también el momento propicio para que los magos de Juego de Tronos buscaran esos significantes capaces de unir las demandas.
De hecho, recogieron la carcasa de algunas de las reivindicaciones que venía expresando el sector más consciente de las masas: ruptura con el régimen del 78, Unidad Popular, etc, vaciándolas de su contenido transformador y de clase: “las demandas que componen las cadenas de equivalencias no tienen entre sí nada más en común que el no haber sido satisfechas,…no comportan nada positivo, sólo el hecho de que todas ellas permanezcan insatisfechas” Iñigo Errejón, ibídem Un brillante ejercicio de oportunismo político que, paulatinamente va enseñando sus debilidades.
Porque, aunque el dirigente de PODEMOS plantea acertadamente la necesidad de unificar la lucha y centralizar las demandas dispersas en una acción política común; para que eso sea posible, es necesario un elemento de cohesión, que PODEMOS niega, por lo que la unidad se articula sobre la base de una inestabilidad e indefinición permanentes.
Al renunciar al papel central de la clase obrera y relegar sus objetivos en la lucha política al papel de una reclamación más (no prioritaria), la confluencia de demandas insatisfechas pasa a ser un elemento de dispersión, en lugar de unidad. Como señala Miguel Sanz Alcántara: <<con un sujeto político que contiene intereses sociales no definidos que pueden llegar a ser contradictorios, no es posible poner en marcha un frente común con objetivos claros destinado a la movilización y la conquista popular de derechos>>La influencia de Laclau y Mouffe en Podemos: hegemonía sin revolución. Menos aún la transformación radical del Estado capitalista, su superación.
Por eso, renuncia a renuncia, conforme ha ido pasando a primera línea de la política institucional un conglomerado tan abigarrado como PODEMOS y se ve obligado a definir con precisión sus objetivos, va quedando clara la gran limitación de su proyecto y comienzan a surgir las primeras querellas intestinas serias.
Liderazgo y negociación en el ciudadanismo. “Equilibrio inestable”
A las puertas de un largo proceso electoral, su aparición sorprendió a todos y animó a muchos militantes y “activistas sociales” imbuidos de la misma concepción dispersa, interclasista y “moral” de la batalla política que había sido base ideológica de su militancia política, a lanzarse abiertamente por la pendiente ciudadanista, dinamitando organizaciones como IU, minadas ya por estas posiciones dominantes en su aparato de dirección desde mucho tiempo antes.
Por eso, en apenas diez meses surgieron como hongos centenares de plataformas dispersas locales, sin más conexión entre ellas que la “oportunidad” del momento. Sin una organización previamente fogueada en la lucha política y sin una visión del mundo definida; sin una identidad de clase que dé consistencia a la unidad y le dote de objetivos comunes para representar y canalizar las demandas frustradas que permiten cristalizar esa nueva identidad hegemónica, el elemento determinante de cohesión lo ocupa el líder: <<el nombre, el líder pasa a representarlo todo. Con más precisión, el líder no representa, sino que conforma, porque no existe una voluntad del pueblo previa al acto de representación…Laclau, que permanentemente cita a Gramsci para oponerlo a Marx, no podría alejarse más del marxista italiano. En su visión no hay una construcción histórica de la identidad que se desarrolle a través de procesos de lucha, sino que el líder actúa como una deidad que nombra y crea, donde nada había…El líder lo es todo, el pueblo sólo su creación. La clase no es nada, salvo el autoritario intento de un pensador alemán de constituir a un actor sectorial (uno más, uno de tantos) en el sujeto por excelencia, discriminando …al resto del pueblo>> Marina Kabat. En el nombre del pueblo. Populismo, socialismo y peronismo en la obra de Ernesto Laclau *(5)
Por otra parte, con significantes vacíos que se llenan según la coyuntura con significados referidos a contradicciones y demandas (sociales, culturales, de identidad sexual, etc) ajenas al núcleo mismo del que surge la necesidad primordial de un cambio en la raíz económica del Estado y una transfrormación radical de su estructura política e institucional, la cohesión interna se logra negociando, “seduciendo”, manteniendo un “equilibrio inestable”; recurriendo a todo tipo de pactos entre los distintos “actores” que conforman la “hegemonía”, y con fuerzas externas, no con la intención de alcanzar un objetivo transcendente definido, sino para evitar las crisis satisfaciendo aquellas demandas que en cada momento permitan asegurar el control. *(6)
Por eso, la “política emergente” de PODEMOS se ha construido a partir de acuerdos puntuales con las diversas plataformas que proliferaron en los primeros meses del sarpullido ciudadanista; por eso, PODEMOS ha ido rebajando paulatinamente sus expectativas de cambio para buscar la alianza con el PSOE, seis años después de que la política del último gobierno de ese partido presidido por Zapatero se rindiera a la UE, abriendo el camino a la victoria por mayoría absoluta del PP y el periodo de recortes iniciados con la reforma laboral de 2010 y el Acuerdo de Pensiones de 2.011; por eso han renunciado a tocar ninguno de los pilares del régimen que dicen querer destruir, para seducir a la casta económica que pretendían desalojar; por eso, quienes hablaban de “tomar los cielos por asalto”, afirman, como hizo el líder de PODEMOS, que la familia Botín es un activo para la Nación, cooptan a la dirección de su grupo a un militar atlantista que dirigía el ejército del régimen durante la agresión de la OTAN a Libia; Por eso, renuncian paulatinamente a todo compromiso que vaya más allá de una reforma cosmética de la estructura institucional y política del Estado encabezada por una familia elevada al trono por el dictador Franco.
Nada que ver con Gramsci que señalaba: <<La colectividad tiene que entenderse como producto de una elaboración de la voluntad y el pensamiento colectivos, conseguida a través del esfuerzo individual concreto. Si tiene que haber polémicas y escisiones, no hay que tener miedo de enfrentarse con ellas y superarlas…evitarlas significa sólo retrasarlas hasta el momento en que realmente sean peligrosas o incluso catastróficas>>A Gramsci. Diletantismo y disciplina
En Brasil, el PTB (versión trostkista del oportunismo revisionista) llegó también al Gobierno pactando con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) una fuerza derechista y corrupta que ha terminado rompiendo el pacto y destituyendo a la presidenta D. Rousseff, del PTB, entre mutuas acusaciones de corrupción y autoritarismo; en Grecia, de la misma forma, Syriza se mantiene en el Gobierno, pactando con el Partido de los Griegos Independientes (ANEL) una fuerza derechista proveniente de Nueva Democracia y ligada estrechamente a la reaccionaria casta militar griega, etc, etc.
De hecho, en América van cayendo uno a uno los gobiernos basados en esta concepción mística e interclasista de la lucha por el poder político (Brasil, Argentina, Perú, etc) y en todos los casos, han dejado incólume el poder del Estado que sigue en manos de la misma casta económica, no han producido ningún cambio significativo en la estructura económica del país ni han garantizado su desarrollo independiente (porque varía el nombre de la potencia hegemónica que influye decisivamente en sus economías, pero no la esencia de su dominio).
A modo de conclusión provisional
Es cierto que los comunistas hemos cometido muchos, demasiados errores: se ha descuidado el debate y la formación de los cuadros; se ha sido permeable a la influencia de determinadas posiciones que venían a confundir la necesaria flexibilidad táctica (que, por otra parte, no siempre se ha tenido) con el abandono de las posiciones ideológicas de clase y la renuncia al objetivos de superación revolucionaria del capitalismo.
Ello ha permitido que fuera aumentando paulatinamente la influencia de las más diversas corrientes ideológicas pequeño burguesas, ajenas (contrarias sería mejor decir) al marxismo, que únicamente persiguen el objetivo de reformar del capitalismo, sin cuestionar su esencia.
Pero, con todo, la rápida evolución de la situación internacional y en el seno de cada país (particularmente rápida y virulenta en los que tienen una estructura económica más débil) ha modificado bruscamente las reglas de juego, en la pelea política. El Estado de Bienestar ya no forma parte del recetario imperialista para apaciguar a los trabajadores, y cada vez se percibe como más necesaria la organización independiente de éstos para articular eficazmente (no solo en el sentido estratégico, sino en el inmediato y concreto) la lucha contra el capitalismo .*(7)
Los comunistas no existimos ni peleamos para llegar al gobierno al precio que sea en unas elecciones realizadas en el ámbito del Estado burgués liberal, aunque consideramos que es necesario utilizar también las instituciones burguesas para desarrollar y fortalecer la lucha por el socialismo.
Nuestro objetivo es dirigir a la clase obrera para destruir el Estado capitalista que da sustento y orden práctico a la dominación del capital. Y es precisamente ahora, cuando se dan las condiciones para que esta necesidad se perciba más nítidamente, cuando se ve más clara y sin tapujos la verdadera cara brutal del capitalismo en su fase imperialista, cuando su carácter violento llega a la máxima expresión.
Y hablamos no solo de una violencia económica, de los millones de parados, del hambre y la miseria extendiéndose incluso en las naciones con economías más desarrolladas, sino de la violencia física, de la represión y de la guerra, con su secuela de sufrimiento y muerte, que se extiende por todo el mundo, y a la que no van a poner coto los gestos cínicos de los políticos burgueses que hablan de solidaridad mientras cierran sus fronteras y azuzan las guerras en los márgenes de sus áreas de dominación.
No, hoy es más evidente que nunca que los miedos de la pequeña burguesía, sus dudas, que históricamente le han llevado a negar la viabilidad de una alternativa distinta al capitalismo, que no puede ser otra que la economía planificada y controlada socialmente, y de un Estado distinto, asentado sobre unas premisas diferentes a las del Estado burgués, pueden terminar arrastrando, como ha ocurrido otras veces a una catástrofe social y política.
Y eso, lleva a concluir que, con todo, el sarpullido ciuidadanista, las enseñanzas que en este corto periodo de tiempo está viviendo la clase trabajadora y los sectores más conscientes de esta, pueden (y deben) favorecer la recuperación del campo de los comunistas, sin el que resultaría imposible una futura reactivación de la batalla política por la emancipación. Por eso trabajamos.
<<La experiencia de la guerra lo mismo que la experiencia de toda crisis de la historia, de toda calamidad y de todo viraje en la vida del hombre, embrutece a unos y quebranta su voluntad, pero, en cambio, ilustra y templa a otros>> V.I. Lenin Ibidem.
Notas:
*(1).- El título: “El postmarxismo rampante. Una crítica a los intelectuales y a las ONGs”ilustra perfectamente su contenido-
*(2).-No son de extrañar estas posiciones si tenemos en cuenta las elucubraciones del máximo dirigente del extinto MC, Eugenio del Rio, sobre el marxismo como ideología: El marxismo está marcado por la pasión de un tiempo que quiso fundir en un todo filosofía, ciencia, ideología popular y política. En el intento causó bastantes desperfectos en cada uno de esos campos…Esas ideologías, en efecto, son artefactos mentales demasiado pretenciosos: intentan responder a demasiadas preguntas…” ¿Cual es para nuestro “modesto” profesor la principal insuficiencia de la ideología marxista?: “…esa aspiración de remitir la explicación de hechos complejos no a una pluralidad de factores sino a un factor central…imagen simplista de la sociedad en la que la dimensión de clase intenta dar cuenta del grueso de los problemas sociales.” Eugenio del Río “¿Es actual la ideología marxista? Publicado en internet por Página Abierta- Febrero 2.002.
*(3).- Qué oportuno el comentario de A. Gramsci (del que, por cierto, todos se declaran admiradores y deforman sus enseñanzas) en una de sus Notas sobre el Estado: <<La confusión entre el Estado-clase y la sociedad regulada es propia de las clases medias y de los pequeños intelectuales, que acogerían con gusto cualquier regulación que impidiese las luchas agudas: es una concepción típicamente reaccionaria y regresiva” Notas sobre la política y el Estado moderno. A. Gramsci
*(4).- <<Si IU hubiera hecho sus deberes ahora no hubiera hecho falta un PODEMOS….Cuando digo que Pablo (Iglesias Turrión) es el mejor discípulo de Anguita, todos piensan en el (Anguita) …ortodoxo del comunismo anacrónico. No, el Anguita real es el de la innovación…>>“Sí, soy podemita, soy un traidor. Y ahora…¿discutimos de política?. M. Monereo. (en su día ideólogo del PCE y candidato número 1 de PODEMOS por Córdoba el 26J)
*(5).- “Si Correa habla a la gente, no es que el lugar desde el cual Correa habla a la gente sea un lugar absoluto…El líder es construido como lugar de enunciación por aquellos que escuchan la voz del líder. Escuchar la voz del líder es una forma de construir la centralidad misma del líder” Entrevista a Laclau. Postmarxismo, discurso y populismo
*(6).- <<un escenario político determinado como un conjunto de reacciones de poder que tienen que ser siempre negociadas…un tipo de poder que…para mantenerse tiene siempre que negociar, incluir, excluir y volver a seducir>> Iñigo Errejón. Ibidem.
*(7).- “…la idea de un espacio diferencial puro, lo que los países escandinavos estuvieron muy cerca de lograr, en el cual todo antagonismo fuera finalmente eliminado y obtener así una sociedad completamente homogénea. Eso no se puede lograr evidentemente, pero se puede avanzar bastante en esa dirección. El Welfare State fue el primer intento de construir una sociedad homogénea sobre la base de una absorción indefinida de las demandas sociales”. E. Laclau. Ibidem.