El Gobierno de AKP dice hacer la guerra al Estado Islámico, pero ataca al pueblo
Mientras las reuniones se multiplican entre Turquía y los EEUU -la última reunión tuvo lugar con un enviado especial de Obama en Ankara-, un «hombre bomba» se autoinmoló en medio de un grupo de unos 300 jóvenes reunidos en una conferencia de prensa en el Centro Cultural de Amara en la ciudad de Suruç, y que iban a dirigirse a Kobane: 31 de esos jóvenes murieron.
Desde hace meses, el Estado Islámico preparaba acciones en estrecha relación con Turquía. El 5 de junio tuvo lugar la primera de esas acciones, llevada a cabo por otra «bomba viva» durante un mitin del HDP en Diyarbakir. Subrayamos que el candidato a ser esa «bomba viva» había sido detenido y fue dejado en libertad para que llevase a cabo la acción prevista.
La segunda de esas acciones fue la masacre cometida por los yihadistas del Estado Islámico que llegaron a Kobane a través de Turquía y ametrallaron a todo el que encontraban en su camino. El resultado fue de varios centenares de personas asesinadas.
Todo esto ha sucedido porque Turquía mantenía estrechas relaciones con el Estado Islámico desde mucho antes de que varios empleados del Consulado en Mosoul fueran tomados como rehenes. Turquía era como una «hermana» con el Estado Islámico en el plano ideológico. Eso no es todo. Aunque los EEUU habían organizado una coalición contra el Estado Islámico y empezado a bombardear sus posiciones, Turquía continuó a ayudar a esa organización. Las relaciones con la «oposición» siria establecidas con el Ejército Sirio Libre han seguido con Al Nusra, y continuado con el Estado Islámico en todos los territorios donde éste ha conquistado las posiciones que tenían otros. Turquía, no sólo se ha hecho cargo de sus combatientes y atendido en los hospitales de Gaziantep, Urfa, y de Hatay, sino que además han facilitado a las hordas islamistas toneladas de armamento mediante caravanas de camiones. Turquía cerraba los ojos ante el hecho de que sus fronteras del sur auténticos coladores de hombres y material, como lo demuestran los vídeos grabados durante la guerra de Kobane en la que fueron atacados, directamente en territorio turco, los silos de la Oficina de productos (TMO), el último de esos ataques ha tenido lugar el 25 de junio.
El primer paso de ese apoyo abierto, que ha rebasado ampliamente el amistosos, ha sido acusar a Bachar el-Assad de crímenes contra las hordas del Islam político. La Turquía del AKP[1] estaba contra Assad y cualquiera que tratara de derribarlo tenía su apoyo. El atentado con bomba en la ciudad de Ryhanli es un ejemplo patente de lo anterior: pretendieron hacer creer que ese crimen había sido organizado por los hombres de Assad, por el Muhaberat (Oficina de Seguridad Nacional). Poco después, algunas revelaciones han demostrado los lazos existentes en ese atentado entre el Estado Islámico y el MIT (Organización de Información turca). La intervención de los servicios secretos de Turquía, se ha hecho pública en los informes sobre los camiones que trasportaron armas, pero uno de los protagonistas de esos informes, Heysem Toplaca no ha sido tenido en cuenta por la policía ni por el Estado Islámico.
Y así, paso a paso se ha llegado, primero al atentado de Suruç y después a los bombardeos llevados a cabo por Turquía el 24 de julio pasado.
Cierto que el Estado Islámico no emana del AKP, pero ha utilizado la política siria del gobierno y de su apoyo; pero no ha sido creado por Turquía ni por el AKP. Si queremos encontrar al creador del Estado Islámico, hay que decir que se trata, de un producto estadounidense sobre todo, y también de un producto indirecto del AKP.
Mientras que el sanguinario ataque de EE.UU. contra el Iraq de Saddam, y la ocupación ha sido un cierto relajamiento para el pueblo chiita y kurdo, anteriormente discriminados, que ha llevado a la burguesía chiita y kurda a puestos de poder; la burguesía suní que con Saddam detentaban el poder, ha sido derrocada y los privilegios de que gozaba anteriormente, han sido suprimidos, y el pueblo ha conocido la mayor degradación.
El poder de mayoría chiita, además de su actitud despreciativa hacia las regiones y las tribus suníes, lleva también una política de oposición hacia ellos. Los ataques estadounidenses, se centran particularmente en esas regiones, en un contexto en el que la organización independiente de los obreros y trabajadores es muy débil, la respuesta a esos ataques la ha dado el movimiento «islamista radical» de los «salafistas» fundamentalistas cuyas organizaciones tradicionales, tribales, se han desarrollado, y sobre todo después de la ocupación de Afganistán, y así han logrado implantarse entre la población suní. La base del desarrollo del Estado Islámico, hay dos elementos: los tributos suníes y la organización fundamentalista «salafista».
Esta horda que tomó varios nombres islamistas antes de llamarse Al Quaeda de Iraq, y finalmente autotitularse Estado Islámico, se ha organizado desde 2003 como emiratos en ciudades como Bakuba, Ramada en el distrito de Anbar. Después de haber sido rechazados y pasar tiempo en la clandestinidad, han perdido esos emiratos pero han creado otros que se mantienen hasta hoy. Su ascensión coincide, por una parte, con la exclusión total de los suníes del Poder cuando el primer ministro Maliki calificó a su representante, el vicepresidente Tariq Haczhimi, de terrorista, y por otra, cuando se estableció un cierto equilibrio destrucción militar establecido con la guerra lanzada por los imperialistas occidentales y la fuerzas regionales, empezando por Turquía, contra el régimen de Assad, y que fue llevada a cabo esencialmente por los islamistas suníes.
La inconsistencia de las organizaciones de oposición, como el Ejército sirio libre, mantenido casi enteramente desde el exterior por fuerzas reaccionarias regionales, ha favorecido a hordas como Al-Nosra y el Estado Islámico, que primero se unieron y luego se dividieron y entraron en competencia; estas últimas, las del Estado Islámico son más fuertes ideológica política y militarmente, pues las componen militantes que creen que en caso de morir van derechos al paraíso.
Sin embargo, si tenemos en cuenta sus afinidades ideológicas y políticas y los múltiples apoyos dados a esas organizaciones «de oposición», se puede decir que los EEUU y las fuerzas reaccionarias de la región, entre ellas la Turquía del AKP, tienen innegables relaciones más allá de los lazos orgánicos con toda la oposición de Siria, y en particular con el califato del Estado Islámico. No se concibe que las numerosas cantidades de armas, los numerosos pasos de frontera, las múltiples conexiones con los servicios secretos, no se hayan logrado sin lazos orgánicos. En cuanto a Turquía, la organización-del Estado Islámico en el territorio nacional, las células activas o «dormidas» y la autorización para crear asociaciones, nos permite comprender esa interpenetración.
Las relaciones cordiales entre el AKP y el Estado Islámico, sin que éste sea una creación de aquel, por encima de sus mutuas dependencias, han alcanzado un alto nivel que se puede observar fácilmente, pese que lo niegue el AKP. ¿Cómo explicar, sino, que se hayan paralizado la investigación de los servicios secretos sobre las caravanas de camiones con armas; o que el atentado con bomba en la ciudad de Reyhanli se haya atribuido a Assad con el fin de impedir la apertura de una investigación? Turquía ha utilizado al Estado Islámico con un fin, el de derribar a Assad y luego, una vez que el Estado Islámico ha puesto el acento en la guerra contra los kurdos de Siria y de Iraq, haya utilizado la situación para impedir la «creación de un Estado kurdo en Siria» y apoyado sus ofensivas, primero en Kobane y otros cantones kurdos, y luego provocando al PYD, el PKK[2] y los kurdos de Turquía (y a las fuerzas democráticas) señalando esta vez las mortíferas acciones del Estado Islámico mostrándolo como un monstruo, para tener el pretexto de llevar a cabo una política contra el «terror» dentro del país. El objetivo declarado es el de luchar «contra el Estado Islámico y el PKK (y el DHKP)…para erradicar el terror.» Mas los objetivos no confesados que quieren alcanzar es llevar a cabo una oleada de detenciones, de preparar operaciones militares para intimidar, reprimir y atemorizar un pueblo entero que manifiesta su descontento como con la sublevación de Gezi, y que por sus acciones y manifestaciones es difícilmente «gobernable» (aunque por el momento no se pueda decir que es «imposible». «De todas formas, son iguales, organizaciones terroristas» Estas palabras son del Presidente de la República, Erdogan.
¿Cómo pueden decir que son idénticos?
Si tomamos al Estado Islámico y al PKK, que son claramente señalados, resulta que están en guerra el uno contra el otro. Pero es que, además, recientemente el AKP daba la imagen de colaborar con el Estado Islámico y de querer detener «el proceso de resolución» sobre el problema kurdo y llegar a un acuerdo con el PKK. Hoy pretende dar la vuelta a la relación con esas dos organizaciones: «organizaciones terroristas», clama. ¿Por qué este cambio o «patinazo»?
Es algo que no sólo concierne al Estado Islámico y el PKK, sino al conjunto de la política del Próximo Oriente, particularmente a Siria;el AKP que ha dado un cambiazo. Hasta hace poco la Turquía del AKP participaba formalmente en la coalición contra el Estado Islámico, pero no participó en ninguna de sus acciones y tampoco dejó que los miembros de la coalición, particularmente los EEUU, utilizaran sus bases militares. El cambiazo se ha llevado a cabo y ahora, no solamente los EEUU, sino el conjunto de la aviación de la coalición pueden utilizar las bases militares de Turquía, incluida la de Incirlik. Además, los aviones turcos van a participar en las operaciones aéreas contra el Estado Islámico. Por otra parte, Turquía, que había acusado a EEUU de «inteligencia superior»[3], y mantenía posiciones distintas sobre numerosos temas relativos a Egipto, Siria, Iraq, sobre los cohetes chinos… está hoy en posición de compartir completamente los objetivos estratégicos y de aceptar la táctica de EEUU en el Próximo Oriente. El AKP se limita actualmente a alguna presión en un momento determinado –si se puede decir así- y ha dejado de lado las diferencias tácticas, y también lo que fue el punto central de sus divergencias como era la política de expansión otomana y la utilización del factor suní en esa expansión, y ha vuelto a su posición de alineamiento con la estrategia estadounidense, o sea, se somete a los EEUU. Esta es la naturaleza de su cambio.
Hay tres razones para ello:
1.- A raíz del acuerdo nuclear firmado entre Irán y los 5+1, las relaciones de los EEUU con Irán han cambiado, como señaló Kerry. Ese cambio no podía ser ignorado por la política del AKP. Al diversificar sus posibilidades tácticas en la región, los EE.UU. se han comprometido a mejorar sus relaciones con Irán, y además han a accedido al derrocamiento de los Hermanos Musulmanes en Egipto con un golpe de Estado; con ello enviaban un mensaje muy claro de que no apostaban por el Islam suní (incluida la versión neoliberal de los Hermanos Musulmanes en la Turquía del AKP). Ese mensaje estaba también muy claro para Turquía: los EEUU pueden abandonar a una Turquía que se obstinara en esa línea. Evidentemente el AKP no tiene posibilidad de mantenerse en esa línea. Podemos decir que en un contexto en el que el descontento y las manifestaciones de obreros y trabajadores están en auge, las posibilidades del AKP son muy escasas después de las elecciones del 7 de junio, no tienen ni siquiera la posibilidad de plantearse el problema.
2.- El segundo factor es el resultado de las elecciones legislativas del 7 de junio. Aunque las fuerzas de oposición dentro del sistema, sean timoratas, el AKP no está en condiciones de imponer lo que quiera; no puede gobernar en solitario. Incluso aunque abandone el «proceso de paz» y se oriente hacia una política belicista e incite un nacionalismo exacerbado, sin embargo el AKP espera imponer su política a las fuerzas internas de oposición, ¿por qué no convocar elecciones anticipadas en un contexto en el que los prejuicios nacionalistas predominan? Está claro que el AKP actual está cada vez más disminuido por las grietas internas y trata de vigorizarse para detener su caída. El «indomable» Erdogan intenta ser quien decida con su política de tensión; sin embargo las operaciones del 17-25 de diciembre contra la malversación, así como, la investigación de los servicios secretos (MIT) sobre los camiones, son serios obstáculos para sus objetivos. El problema más serio es que el AKP, su jefe y su entorno, -M. Cengiz y demás aduladores- con intereses particulares, no se toman en serio los intereses nacionales e internacionales de las grandes potencias, ni los «intereses generales» de los capitalistas, que pueden utilizar esas investigaciones como armas eficaces. De eso se trata: de los monopolios como Koç, Sabanci, que prácticamente no han ganado ningún concurso consecuente en los últimos diez años, o de los imperialistas estadounidenses y los occidentales, con los que AKP ha incrementado los desacuerdos al tratar de aplicar una política «otomanista» para demostrar su propia grandeza. En un contexto en el que el AKP ya no puede gobernar solo y donde, particularmente, su líder «carismático» ha sufrido una derrota, todo ello basta ampliamente para ser reducido a la nada. Ahora el AKP no puede hacer más que tomarse en serio estas adversidades y llevar a cabo un viraje en los asuntos que debe tratar.
3- El tercer factor es, por una parte, la posición de la clase obrera y de los trabajadores explotados por las fuerzas nacionales e internacionales, que manifiestan cada vez más su descontento y rabia en ascenso desde hace varios años; y por otra parte, la posibilidad de que ese descontento y rabia se transforme en cambios más radicales. Este cambio en el movimiento obrero y de los trabajadores no se limita a las elecciones y sus resultados en los que evidentemente han influido, sino que se orientan también hacia el rechazo violento del Poder, aunque todavía ese rechazo no haya tomado una forma política clara que obligue al AKP a reconsiderar su posición y actitud.
La cólera de las clases populares, carentes de condiciones de vida y de trabajo dignos por el trabajo flexible que se les impone, que sufren la precariedad, el desempleo y la pobreza, estalló hace dos años en Gezi al sentir que el AKP los despreciaba y trataba como deshechos. Nadie ha olvidado Gezi; tampoco el AKP y su líder, que han demostrado varias veces con sus actos que Gezi permanece actual. Al atacar y reprimir las manifestaciones, aun las más pequeñas, al hacer votar las medidas para la «seguridad interior», demuestran que Gezi es para ellos una autentica pesadilla. Ahora el pueblo rebasa la línea en la que debía permanecer obediente y dócil, y ha ganado confianza en sí mismo. Esta es una característica del pueblo kurdo forjada en grandes luchas a lo largo de los años; ahora, con Gezi, esa confianza se generaliza y s extiende al Oeste del país, a pesar de que el nivel de conciencia y de organización es más bajo que al Este.
Las directrices tomadas por el AKP, la prohibición de las huelgas del sindicato Birlesik Metal, de los obreros del vidrio, la de Turkish Airlines, frente a la intensificación de la explotación y de las condiciones de trabajo han agudizado el odio de clase de los obreros, tanto de los conscientes como de los inconscientes..
Igual que hizo el monopolio Koç que en nombre de la democracia se oponía al AKP y lo había manifestado con críticas al gobierno con motivo de los sucesos de Gezi, y que permitió a los resistentes refugiarse en su hotel «Divan Oli», la confrontación y la oposición reciente de los más grandes patronos del país con los obreros metalúrgicos muestran que el descontento y el movimiento de las clases populares ya no apuntan solamente al AKP. La larga resistencia de los obreros metalúrgicos que empezó en la ciudad de Bursa y que se extendió rápidamente hacia otras ciudades y otros sectores ha tenido una repercusión importante en la actualidad política del país que todavía dura. La tendencia económica del país se orienta en un sentido que va a exacerbar más aún el movimiento de los obreros y los trabajadores. Esta confrontación entre trabajo y capital es el elemento principal que lleva a la reacción, pese a sus divergencias, a unirse con el AKP, quien con su último y violento ataque, más allá de los objetivos declarados, libra una guerra contra las clases populares con el apoyo de la reacción.
El AKP ciertamente se alinea con los EEUU, pero se trata de un alineamiento en el que Turquía no vacilará en maniobrar para que, con una «franja de seguridad» en Siria, los EEUU estimen que, en su lucha contra el Estado Islámico, los éxitos serán mayores con la participación de Turquía, y ésta a su vez espera obtener el apoyo de los EEUU para abandonar a los kurdos de Siria sin Estatuto y así, Turquía, podría forzar a la potencia imperialista a atacar al PYD, calificado por Erdogan de «idéntico al PKK». Turquía no es un país pequeño y lo que trata de imponer no se puede ignorar, pero esto ya no le vale al AKP. ¡Turquía no es una «pequeña potencia», pero el AKP no es tampoco una gran potencia!
Al utilizar el espantajo del Estado Islámico, el AKP puede atacar en primer lugar al pueblo kurdo y sus organizaciones nacionales, y se esforzará en domar a un pueblo cuyo descontento crece, y crecen sus reivindicaciones por mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, por la democracia y, la paz; las fuerzas populares deberán sufrir sacrificios y el intento del AKP fracasará y ése partido y su líder no se librarán de pagar un alto precio.
El AKP se encuentra con desacuerdos en cuanto a los temas en discordia, la suerte de ese partido y de su líder es la necesidad de una unidad que la reacción imperialista y la local quiere lograr frente al movimiento de los trabajadores, como fue el caso, por ejemplo, de la odiosa actitud del monopolio Koç frente a la huelga de los trabajadores metalúrgicos.
EMEK Partisi
[1] Partido del Gobierno.
[2] Partido Comunista del Kurdistán.
[3] “Servicio de inteligencia”.