C.Hermida
El 18 de agosto de 1936 Federico García Lorca fue fusilado en el barranco de Víznar. Tenía 38 años y era ya un poeta universal. Identificado con los valores republicanos, en 1932 creó “La Barraca”, un grupo de teatro ambulante que se dedicó a recorrer los pueblos de España representando el repertorio de nuestro teatro clásico entre los campesinos.
Hombre de arraigadas ideas democráticas y de profundas inquietudes sociales, identificado siempre con los intereses de las clases populares, durante los años de la República firmó numerosos manifiestos en defensa de causas progresistas (1).
“Fue un momento malísimo, aunque digan lo contrario en las escuelas. Se perdieron una civilización admirable, una poesía, una arquitectura y una delicadeza únicas en el mundo, para dar paso a una ciudad pobre, acobardada, a una tierra del chavico donde se agita actualmente la peor burguesía de España”. Así respondió Federico García Lorca al periodista Luis Bagaría, redactor del diario El Sol de Madrid, cuando le preguntó su opinión sobre lo que sucedió en Granada el 2 de enero de 1492, tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos.
Reivindicó siempre lo morisco, lo gitano, de su querida tierra granadina, y eso le concitó el odio de las fuerzas conservadoras andaluzas y españolas. Por eso asesinaron a Federico García Lorca. La burguesía granadina, la barbarie falangista, los militares traidores, todos ellos fueron los criminales. Le odiaban por su republicanismo, por sus inclinaciones sexuales, por su denuncia de la injusticia y del oscurantismo.
Aborrecían su alegría, su pasión por la vida y su libertad de pensamiento. Despreciaban su cultura, su sensibilidad, su poesía. La España negra estuvo detrás de su muerte. La crueldad de los terratenientes, la chulería de los falangistas, el patrioterismo de los militares que habían conseguido ascensos asesinando civiles en la guerra de Marruecos y la hipocresía eclesiástica actuaron como inductores del crimen.
Lorca fue fusilado; Machado falleció en el exilio y Miguel Hernández murió en la cárcel en condiciones espantosas. El destino trágico de estos tres poetas españoles, reconocidos internacionalmente, pone de manifiesto la miseria moral de los sublevados contra la legalidad republicana en julio de 1936. Su objetivo nunca lo ocultaron. En textos escritos y declaraciones públicas dejaron bien claro que lo que ellos consideraban la anti-España debía ser exterminado. Comunistas, anarquistas, socialistas, republicanos, liberales, ateos, agnósticos y librepensadores no tenía cabida en España. Eran las malas hierbas que debían ser erradicadas. Ese planteamiento explica la represión sistemática que los franquistas desencadenaron durante la guerra y la posterior dictadura.
Lorca fue víctima de esa furia homicida. Mataron al hombre, pero su espíritu es inmortal. Sus versos vuelan por el Albaicín y en las estancias de la Alhambra. La alegría del poeta, su defensa de la libertad y su republicanismo están presentes en las calles, plazas y patios de Granada, su Granada.
Notas:
1. Manifiestos firmados por Lorca:
El de adhesión a la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, firmado en abril de 1933; contra las detenciones de escritores en la Alemania nazi, 1 de mayo de 1933; contra el proceso a Manuel Azaña, acusado de conspirador por el Gobierno de Lerroux, 14 de noviembre de 1934; contra la ultraderechista Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), 30 de octubre de 1935; en apoyo del pueblo de Etiopía contra la agresión italiana fascista, 6 de noviembre de 1935; adhesión al homenaje a Antonio Espina, acusado por el embajador de la Alemania nazi, 17 de noviembre de 1935; adhesión al manifiesto de la Unión Internacional por la Paz, 4 de febrero de 1936; por la libertad del revolucionario brasileño Luis Carlos Prestes y contra la represión imperialista en Puerto Rico, marzo de 1936; adhesión al Grupo de Amigos de América Latina en apoyo de los luchadores antiimperialistas, abril de 1936; se integra en el Comité de Amigos de Portugal contra la dictadura fascista, mayo de 1936; firma la convocatoria del homenaje a Lenormand, Malraux y Cassou, enviados del Frente Popular francés, mayo de 1936, y la protesta por la muerte en presidio de patriotas portugueses, 1 de julio de 1936.