J. Fernández
Del 14 al 16 de marzo celebramos la tercera edición de nuestra Escuela de Primavera en un pequeño pueblo de Salamanca. Sin ningún tipo de duda, ha sido un éxito.
La Escuela de Primavera nació como un proyecto para aumentar la formación de los camaradas de la Juventud, compartir nuestras experiencias y para conocernos más entre nosotros, es decir, para elevar la capacidad política y organizativa de la JCE(m-l). Sin quitarle importancia a las ediciones anteriores, en esta hemos podido notar claramente un avance cuantitativo y cualitativo en todos los aspectos.
La Escuela en sí empezó el viernes, aunque algunas compañeras de Salamanca llegaron la noche anterior para limpiar y preparar el espacio. El primer día tuvimos una charla sobre el entorno político, su importancia, cómo cuidarlo y trabajarlo. Esta es una cuestión fundamental de la militancia política, pues igual que decimos que un comunista sin partido no es nada, sin entorno, tampoco. Sin vecinos, amigos, compañeros de clase o de trabajo, etc., alrededor a los que organizar, a los que llevar la política revolucionaria y con los que compartir la lucha, nuestro trabajo será en balde.
Para ello es imprescindible conocer tanto la situación política general como las especificidades de nuestro barrio, lugar de trabajo o de estudio; y de la gente que lo habita. Además, debemos conocer ampliamente la teoría marxista-leninista, los objetivos y tareas generales que la lucha de clases nos impone.
El día siguiente comenzó con una ruta por la sierra, donde pudimos conocer la historia de la región y la evolución de la vida en el campo. La historia del campesinado español ha sido una de miseria, explotación y opresión; pero también de lucha y de experiencias revolucionarias de las que tenemos mucho que aprender.
Después de comer continuamos con las charlas: la primera sobre el espíritu crítico y la juventud comunista, que comenzó con un ejercicio colectivo de reflexión y creatividad. Después pasamos a discutir sobre la actitud de los comunistas ante nuestras tareas (concienciar y organizar a nuestra clase). Posteriormente, abordamos cómo analizar las situaciones con profundidad, sabiendo ver en cada momento y declaración los intereses de clase que haya detrás.
La última charla del segundo día trató sobre los planes de trabajo, donde pusimos en común las experiencias de varios territorios y sacamos lecciones colectivas. Los planes de trabajo son, de cierta manera, la cristalización de todos los temas que tratamos antes. Conocer nuestros objetivos, la situación política general, las particularidades de nuestro barrio, trabajo, etc., nos impone unas tareas que debemos organizar colectivamente y plasmar en un plan. Hemos también de ponerlo en práctica, evaluarlo frente a la siempre cambiante realidad y actualizarlo, corregirlo y adaptarlo a lo que la propia lucha nos exija.
Al día siguiente tuvimos la última charla, sobre comunicación y debate, la primera parte a cargo del Partido y la segunda a cargo de la comisión de redes de la JCE(m-l). Hablamos sobre nuestra actitud, cuidar las formas y a quien apelamos, sobre la importancia de planificar el trabajo y de no quedarnos en la conformidad del no saber (diseñar, escribir, hablar en público, etc.): aprendamos, practiquemos y esforcémonos por mejorar.
Aunque aquí las llamemos “charlas” por simplicidad lo cierto es que no fueron charlas al uso, donde una persona expone un tema mientras el resto escucha en silencio tomando notas, sino que en general estaban planteadas como actividades colectivas y prácticas donde todos los participantes aportamos a la discusión.
Todas estas actividades más claramente políticas se entrelazaban con la organización de las tareas domésticas, con el ocio y la convivencia: con la vida misma (que también es política). Es precisamente esta combinación la que da a la Escuela de Primavera un carácter distinto al del resto de formaciones que organizamos y lo que nos empuja a seguir organizándola cada año, superando los errores del anterior.
Es esta vida colectiva la que es tan importante fomentar a todos los niveles, no solo en campamentos y la Escuela, sino en cada territorio, célula y comité, cotidianamente. Es una parte fundamental de la militancia, porque la militancia es una parte fundamental de la vida. A veces caemos en la rutina, en las reuniones por las reuniones y en entender la militancia como una cosa que hacemos cuando vamos a una mani una vez al mes. No olvidemos la importancia de lo que hacemos, de nuestros objetivos y tareas; actuemos en consecuencia.
Queremos agradecer a organizadores, ponentes y asistentes por su empeño y participación. En particular, a las compañeras que aun sin militar en la Juventud o el Partido os involucrasteis en la Escuela, aportando muchísimo con vuestro esfuerzo, vuestras intervenciones y vuestra compañía.
Salimos de la Escuela de Primavera motivados y reforzados para continuar la lucha con audacia, iniciativa y creatividad.