Por Aníbal Bagauda
Cuando se están terminando de escribir estas líneas aún quedan por celebrar manifestaciones (en Andalucía, por ejemplo) y actos por la III República, pero ya podemos decir que este 14 de abril ha sido un éxito, porque después de un reflujo del movimiento republicano, ocasionado en buena medida por la irrupción del “ciudadanismo” (sus “apoliticismo” y actitud de “perro del hortelano”), y en parte por el papel de otros de bomberos del reino, en junio del 2014, este 14 de abril ha puesto en evidencia que el movimiento republicano se rejuvenece y revitaliza. Goza de buena salud no solo por la multitud de actos y expresiones de republicanismo que se han dado en todos los rincones de la piel de toro, por los miles de republicanos (en Madrid, unos 5.000) que han salido a la calle a gritar “¡Viva la República!”, “¡Sin ruptura, sin república, no habrá cambio”!, “¡Por la III República!”, sino porque todos los actos y manifestaciones republicanas vuelven a tener un importante y principal protagonista: la juventud, lo que es un motivo de esperanza para ver un futuro tricolor.
En docenas de ciudades y pueblos (Vigo, Ferrol, Barcelona, Terrassa, Bilbao, Baracaldo, Canarias, Zaragoza, Valladolid, Cuenca, Oviedo, Elche, Sevilla, Ceuta, Madrid, Cádiz, Huelva,…) se han organizado todo tipo de actos: manifestaciones y concentraciones, cenas y comidas, caravanas, exposiciones, charlas, actuaciones musicales, recitales poéticos, etc. E izadas de la tricolor, que ha sido perseguida por parte del Estado: PP, Gobierno, algún juzgado, la abogacía del Estado y la Guardia Civil pugnaban por quitarla de una treintena de ayuntamientos. “Ladran, Sancho, luego cabalgamos”. En las movilizaciones cánticos ya clásicos como “¡España mañana, será republicana!”, “¡No hay dos sin tres, República otra vez!”, etc., eran coreados con otros más actuales: “¡Fuera los Borbones, por corruptos y ladrones!”, “El yerno del Borbón a la cárcel por ladrón”, etc., y donde la tónica dominante ha sido un ambiente fraternal y combativo.
La celebración del 14 de abril llegaba también, un año más, a Francia. En París, ese día, ARE (Amigos de los Republicanos Españoles) organizó una concentración por la III República en la Place de la République, donde se corearon cánticos como “rey impuesto, pueblo descontento”, se leyeron textos y en la que participaron con su tricolor jóvenes españoles emigrados (¡de nuevo jóvenes!, expulsados por la monarquía del paro y la corrupción) de Canarias, País Valenciano y Andalucía. Y se escucharon el Himno de Riego, el Paso del Ebro, l’Estaca y, como no, la Internacional. En el cementerio de Collioure, donde descansa nuestro Antonio Machado, también volvieron a verse banderas tricolores. En Argentina, republicanos españoles acompañaron el 13 de abril, en su tradicional marcha de los jueves, a las Madres de Plaza de Mayo.
Debemos señalar algo para nosotros muy positivo y es que en este 14 de abril ha sido hegemónico en el movimiento republicano un contenido reivindicativo, combativo, de lucha por la Tercera República como alternativa política al régimen monárquico y a la crítica y problemática situación de nuestro país, frente a aquel que algunos quieren imprimir y que no es otro que el de la exclusiva conmemoración de la Segunda, y así, al tiempo que tienen sus conciencias tranquilas y se hacen la foto de republicanos de pro con la bandera, no se muestran peligrosos a un régimen que no combaten, ni lo asustan con una alternativa política al mismo. Al día siguiente guardarán la tricolor en el baúl y hasta el año que viene. Y es que, como dice, Jean Ortiz (“Comment célébrer la République Espagnole”), “hay que «conmemorar», por cierto, pero EN PRESENTE”, celebrar el 14 de abril “de modo ofensivo, sin mitificación ni nostalgia excesiva”, “sin restringirse a la dimensión de víctimas, sentimental, de la memoria” y para ello “hay que luchar con el fin de desenmascarar el revisionismo, militar por un proceso constituyente, por una consulta referendaria sobre la Tercera República española social, federal (o confederal), para devolver el poder al pueblo, para acabar con la monarquía, para el derecho a la autodeterminación de las «naciones históricas», para una España por fin plural, una España de todas las España(s), etc.”, porque “Hay conmemoraciones, llenas de buenas intenciones, que pueden enterrar el sentido bajo la celebración formal”.
También es cierto que detrás de muchas de estas conmemoraciones no hay buenas intenciones sino una clara voluntad política de socavar o desviar la lucha por la Tercera al inocuo y cómodo campo de la memoria, del pasado, de la nostalgia (y no hay mayor homenaje a aquellos que defendieron la II República que luchar, un día sí y otro también, por la Tercera); de fomentar la concepción de la república como folklore, como conjunto de valores, pero alejada de la lucha política. Esa voluntad, sustentada y animada por determinada izquierda, rechaza el combate contra el régimen, reniega de un cambio real en las estructuras de poder y en la sociedad.
Nuestro partido y nuestra juventud, junto con los compañeros de la Federación Republicanos, hemos tenido un importante papel en dotar al 14 de abril de una impronta de lucha por una alternativa política a la monarquía borbónica. La consigna que venimos defendiendo, “¡Sin ruptura, sin república, no habrá cambio!”, se ha abierto paso y encabezado carteles y presidido pancartas en numerosas ciudades de España, y lo ha hecho en buena medida porque es sentida por los sectores más conscientes de nuestro pueblo, especialmente por la juventud: sin una ruptura con el actual orden político no hay solución a los principales problemas de nuestro país.
Terminamos insistiendo en que la lucha por la República es una lucha política, una lucha por el poder, para que las clases trabajadoras y populares lo tomen en sus manos y con él escriban su propio destino. Pero para eso, sí o sí, hay cambiar la correlación de fuerzas actualmente existente en un sentido favorable a dichas clases. Solo la organización, unidad y movilización de amplias masas obreras y populares, en torno a ese objetivo político, posibilitará dicho cambio. Esa es nuestra tarea, a desarrollar estando, con inteligencia, paciencia y constancia, a su lado, con sus problemas cotidianos, concretos. Solo podrán sacudirse el yugo de su enemigo de clase (con su Estado) cuando participen organizadamente en política, hagan su política y no se la hagan otros; cuando construyan su presente y su futuro y no se lo marquen elementos y agentes extraños a su clase desde el Parlamento o Gobierno.